miércoles, 27 de septiembre de 2017

DEL GOBIERNO DE COALICIÓN, A LAS ELECCIONES DE 2019

Nuestro sistema electoral, sin necesidad de modificar parlamentariamente las normas y condiciones, se ha transformado. No se si de forma permanente o únicamente coyunturalmente, aunque lo cierto es que ha sido la ciudadanía la que ha transformado un sistema mayoritario en un sistema, de facto, proporcional o de consenso.
En nuestro sistema bipartidista, con excepciones temporales, la hegemonía ha recaído en el ejecutivo, aunque ésta realidad se enfrenta con la "enmienda" popular: la necesidad o incluso el mandato de la negociación como forma de gobierno. Evidentemente, la durabilidad de ésta situación dependerá, no sólo de la voluntad de la ciudadanía en mantener "volátil" su decisión electoral, sino del comportamiento de los diferentes actores políticos, cuya tendencia, al ser la democracia un gobierno pro tempore, será volver a conseguir el apoyo mayoritario de sus electores, ya sea afianzándolos o desactivando la movilización del electorado contrario.
Pero quisiera centrarme en el fenómeno de la coalición como forma de gobierno que, como decía, temporalmente o no, sustituye al gobierno de un solo partido.
La teoría formalista sobre coaliciones se apoya en la hipótesis de que los "juegos" (teoría) coaligatorios son un juego de "suma cero": las ganancias y perdidas de los partidos coaligados deben ser las mismas para todos los participantes. ¿Esto es así?. En un sistema "presidencialista" como es la administración local, el partido del candidato que es designado para ostentar el cargo de Alcalde tiene atribuidas unas responsabilidades específicas y personales que dan un relativo margen de maniobra para construir o al menos intentarlo, un relato en torno a su figura que le ayude a conseguir un estatus superior al de sus socios. En el caso de nuestro municipio se añade la variable de referencia partidaria para valorar la estabilidad, o al menos, la durabilidad: la distancia de los intereses partidarios es la suficiente como para impedir cualquier otra variación sin el riesgo de caer en la demostrada (CDU-SPD) perniciosa "Gran Coalición" inter ideológica".
Las coaliciones gubernamentales pueden partir, del proceso mismo de confluencia institucional o de coaliciones electorales: pasar del terreno gubernamental al electoral a través del acuerdo, fusión e incluso absorción. En nuestro municipio tuvimos el caso de Bloc e Iniciativa, que en 2011 se presentaron por separado obteniendo, el Bloc-Coalició Compromis: 1259 votos (11,14%) e Iniciativa-Verds: 634 votos (5,61%). En éste caso, la "absorción" de la candidatura de Iniciativa por la del Bloc no propició los mismos beneficios : en 2015 la candidatura única de Compromís obtiene 1.470 votos ( 373 votos menos) y el 12,17%, lo que significa que la suma no fué cero para los coaligados (pese a obtener un punto porcentual más).
Siguiendo con la teoría formalista, en el caso de la actual coalición, se cumple el principio de "valor supremo" de la estabilidad gubernamental, pese a los desequilibrios iniciales en el seno de los distintos partidos que posteriormente originarían la coalición de gobierno que impidió a la derecha su continuidad. Cuando hablo de desequilibrios, me refiero a que según los postulados democráticos de la primacía de la mayoría, debieron ser los "mayoritarios" los que ostentasen la mayor representación pero ¿qué mayoría?, ¿la electoral, la de la representatividad o la que surge de la coincidencia entre dos de los partidos coaligados frente al partido más votado?. En el caso local, sí se produce esa coincidencia que propicia un desequilibrio inicial, compensado por la coherencia y el compromiso del actor perjudicado que pese a verse relegado, sigue manteniendo su apoyo de investidura. También hay que señalar que gracias, y es necesario recordarlo, a la "aportación" de otro de los actores que, siguiendo el vago principio de no decantarse, consiguió lo que realmente había añorado ideologicamente: relegar al PSPV-PSOE a "uno más".
Evidentemente el objetivo de una coalición es gobernar conjuntamente, pero creo que en un sistema representativo, donde los partidos son la expresión de la pluralidad de la sociedad, anular a una de las organizaciones participantes o autoanularse por una presunta lealtad institucional, va en detrimento de la misma democracia. La relevancia del programa común de máximos ( o de mínimos), el dialogo permanente, la comunicación, etc, no debería ni puede estar reñida con la conservación de la propia personalidad; de la propia imagen política, pues como decía anteriormente, la democracia es pro tempore, y los partidos políticos deberán ponerse ante la ciudadanía nuevamente para rendir cuentas y volver a pedir el apoyo, algo que se me antoja difícil dada la hegemonía adquirida por la figura presidencialista del Alcalde erigiéndose en portavoz único de una coalición plural, cosa que entiendo respecto al PdC, ya que gracias a éste partido consiguió el poder. Igualmente lo entiendo respecto al hoy concejal no adscrito, cuya única motivación era la de oposición a la derecha gobernante, pero no lo entiendo respecto al PSPV-PSOE, un partido que ha sido gobierno en nuestro municipio y cuyo objetivo debería ser volver a obtener el apoyo de la ciudadanía de forma mayoritaria, no por ser el partido que es, sino por tener soluciones progresistas para el futuro colectivo de nuestro pueblo.