Aunque
quizá la pregunta pertinente sería: ¿porqué no se ha sido capaz
de aprobar ni un presupuesto municipal a lo largo de la legislatura?.
Creo que sería interesante que, partiendo del actual contexto,
fuéramos capaces de dar respuesta a esa pregunta que, pese a parecer
meramente instrumental o incluso tendenciosa, encierra una duda que
creo que compartimos más de uno y de una.
El
gobierno municipal cambia en 2015. Tras más de veinte años de
gobierno de la derecha ( en solitario o con acuerdos con otra fuerza
política), en mayo de 2015 la ciudadanía decide repartir sus
preferencia, eligiendo representantes municipales entre siete de las
nueve candidaturas presentadas. Y, a diferencia de otras ocasiones
donde el “juego” se dilucidaba con una coalición mínima ( de
dos), en ésta ocasión son necesarios, como mínimo tres actores en
un escenario más complejo ( en la legislatura de 2011 obtuvieron
representación las seis formaciones que presentaron candidatura: PP
(7), PSPV-PSOE(6), Esquerra Unida(1), Compromis(2), Decido(1) e
Iniciativa(1), en la de 2015: PP(7), PSPV-PSOE(3), Ciudadanos(3),
Compromis(3), Esquerra Unida(2), Partido del Campello (2), Democrates
(1) ). Desde los partidos con representación la interpretación de
los resultados, y así lo declaran todos, incluido el actual Alcalde
en su discurso de investidura, es : dialogo y acuerdo. Pero, ¿quién
ha estado dispuesto a dialogar con quien y de qué?
La
premisa del “mandato” propicia un acuerdo sustentado en once
votos provenientes de cinco candidaturas. Pero la lectura de ese
“mandato” es relativo, por dos cuestiones: el documento de
mínimos pasa a ser irrelevante y uno de los socios es expulsado de
la coalición. Esto propicia un gobierno en minoría que llega hasta
la actualidad. Pero, ¿qué debe hacer un gobierno en minoría si
pretende sacar adelante al menos alguna propuesta política?. Pues
eso: dialogar, negociar, acordar. Pero parece ser que ninguna de esas
tres palabras han sido argumento para el actual gobierno como
responsable de liderar las políticas y, consiguientemente, el
resultado es que por tercer año los presupuestos sobre los que se
trabajará, con el proyecto político que se gestionará el
municipio es el del PP de 2014
¿Era
posible el acuerdo?. En mi opinión, si, pero era necesario un
esfuerzo, no solo negociador, sino de reconocimiento de legitimidad:
cualquier grupo tiene legitimidad para intentar incluir propuestas.
Por consiguiente, un método que podría haber sido utilizado era el
puramente cuantitativo: cada grupo presenta propuestas en un proceso
abierto, se debaten abierta y con difusión pública, se priorizan y,
finalmente se establece un mecanismo para su inclusión o no en el
presupuesto: en función del porcentaje de representación de cada
cual. ¿Posible?, si, pero irreal. Evidentemente, sí se debería
haber abierto un procedimiento oficial, con fechas y plazos para
presentar, tanto el borrador de presupuesto como las enmiendas, así
como una fecha para su debate plenario. En éste contexto, el
esfuerzo negociador, si el gobierno se consideraba realmente “de
cambio”, podría haber sido doble: por un lado convencer y aceptar
propuestas de otros grupos y por otro, a través de un proceso de
explicación pública cuyo objetivo fuera sumar complicidades
sociales que asegurasen, además de una posición legítima
legalmente, una legitimidad con ratificación social.
La
política democrática tiene una característica que la engrandece:
la temporalidad. Esto es: que cada cuatro años, la ciudadanía tiene
la obligación y el derecho de juzgar a los gobernantes y, si así lo
considera, cambiarlos. Y ésta característica debería haber estado
presente, propiciando acuerdo de alcance, como mínimo, de medio
plazo.
Ahora,
en la coyuntura en la que nos encontramos, lo que seguramente vamos a
escuchar son excusas convertidas en argumentos: quisimos, pero no nos
dejaron. Y ante éstos “argumentos”, deberíamos preguntarnos,
¿qué quisieron?. Esa y no la excusa del “no nos dejaron”
debería ser la pregunta que nos diese alguna respuesta sobre las
causas del fracaso de la legislatura.
Pero,
también podemos encontrarnos con una acción a la desesperada ( cuyo
objetivo coincidiría con la excusa-argumento: no nos dejaron) y que
el gobierno llevase una propuesta a Pleno a sabiendas de que no
tendría los apoyos suficientes. Este acto, lejos de representar un
acto de valentía política, a mi personalmente me parecería la
enésima irresponsabilidad de un gobierno que, teniendo la
responsabilidad del “cambio” prefirió preservar su zona de
confort ( gracias, como antes decía, a las distancias
irreconciliables entre las posibles alternativas) a presentar
verdaderas propuestas valientes, no solo en la institución, sino a
la sociedad a la que, más pronto que tarde, volverá a pedir su voto
pero, ¿esta vez con qué argumento?.