"Entre
todos las mataron, y ella sola se murió". Todos y todas tienen
su opinión sobre lo que está pasando ( y sobre lo que
inevitablemente pasará, claro) en el PSOE. A algunos y algunas nos
disgusta el espectáculo y otros se regodean, pese a ese hipócrita
discurso lastimero deseando que la crisis se resuelva para que el
PSOE sea, "lo que siempre fue" (¿qué fue?). Empecemos por
el principio, como no podría ser de otra manera. Que el PSOE está
en una situación difícil, es innegable. Que el cese o dimisión del
Secretario General ha sido una maniobra zafia y extemporánea,
tampoco cabe ninguna duda, excepto para los que tengan o compartan
los criterios de los que tumbaron a la dirección. Igualmente, hay
que reconocer que el Secretario General y la dirección no tuvieron
un discurso coherente: no se puede decir que NO a Rajoy, que NO a las
terceras elecciones y no dar una alternativa. El debate en el partido
no ha sido completo, dando pié a las conspiraciones palaciegas
cíclicas que han sacudido al PSOE (conspiraciones que sufren todos,
pese a que no tengan o todavía no tenga repercusión mediática).
Pero hay variables que diferencian las crisis anteriores con la
actual: hay un partido que, con potencia, persigue electoralmente al
PSOE, en un nuevo contexto informativo-participativo. Y éste partido,
pese a la animadversión que produce, no es fruto del azar : Podemos
es fruto de la ausencia de análisis y autocrítica del PSOE.
No se
puede seguir actuando como si viviésemos en la década de los
ochenta, cuando las incipientes estructuras de los partidos era la
única vía que tenía la ciudadanía para superar, no solo cuarenta
años de dictadura, sino el ruido de sables y sotanas que oscurecían
a la bisoña democracia. No se valoraron las reclamaciones y
exigencias de una ciudadanía diferente, más crítica y, sobre todo,
interconectada. Con más posibilidades de interactuar y controlar al
margen de las organizaciones tradicionales. Es cierto, como afirma el
actual Presidente de la Comisión Gestora: el PSOE no es un partido
Asambleario ( como ya no lo es Podemos ni ningún otro partido con
representación institucional) pero no se puede negar a la militancia
y a la ciudadanía la posibilidad de controlar a los cargos
delegados: eso es de una época pasada, y así lo tendría que haber
asumido hace tiempo el PSOE si su objetivo era y es servir y no
servirse.
Pero
como decía, el anunciado final del PSOE, pese a ser voceado de forma
unánime en todos los medios aún está por venir. Está claro que si
la decisión es abstenerse ante la investidura de Rajoy, el
descrédito y esa imagen del "todos son iguales" ahondará
más si cabe, con la inestimable ayuda de los medios y, por supuesto,
de Podemos. Los representantes de la "nueva izquierda" se
frotan las manos porque su objetivo, por el que han trabajado
concienzuda e inteligentemente, está a punto de concretarse: ser la
única oposición de izquierdas. Pero ese objetivo es solo parte de
ese nuevo imaginario que tanto derecha como nueva izquierda han
construido con la ayuda ( otro error del PSOE al no haber
estructurado una estrategia de comunicación adecuada a nuevos
objetivos) de los medios tradicionales y digitales cuyo objetivo tácito es seguir achicando espacios para que nada cambie realmente, aunque se consientan los relatos simbólicos (cuyo único objetivo no es transformar la realidad, sino cohesionar a sus seguidores en un ejercicio de irrelevancia efectiva)
No
obstante, el debate en el PSOE tiene un segundo y seguramente un
tercer acto: el congreso y las primarias. Los "riesgos" de
que el Secretario General, que ha generado un sentimiento victimista
(que también), vuelva a presentarse y ganar es una posibilidad, , con lo que volveríamos
a la casilla de salida, pero con una penalización electoral
importante.
Lo
ineludible, en mi opinión, es abrir un debate, más allá de personalismos, donde la
militancia y los y las votantes, simpatizantes o cualquier persona
progresista pueda, si así lo desea, participar. Establecer nuevas
formas de participación y control, arbitrar límites a los
privilegios, instrumentos de revocación, rendición de cuentas, uso
de las redes sociales para algo más que para la propaganda. En definitiva, convertir a la militancia y a la ciudadanía en los protagonistas y detentadores efectivos del poder y a los delegados en sus mandatados. Quien deba liderar esa socialdemocracia moderna y renovada deberá superar el "liderazgo heroico" y desarrollar un liderazgo relacional.
El
PSOE se encuentra en un cruce de caminos sin saber cual elegir a
pesar de que se señale uno sin valorar racionalmente los costos y
beneficios de esa decisión (para el partido pero también para aquellos y aquellas por lo que se existe como organización: la gente), siendo víctima de esa "razón de
Estado" que no es otra cosa que la preservación del sistema.
Finalizo. En mi opinión, el principal error del sector más conservador del
PSOE ha sido no valorar el interés de colocar a Podemos ante la
tesitura de gobernar, con los riesgos que ello conlleva para un
discurso puramente emotivo y populista, en el sentido de decir lo que
todos quieren oir.
Si
se repiten por tercera vez las elecciones, el resultado es casi
irrelevante, pues la derecha seguirá sumando apoyos y la izquierda dividiéndolos. Los resultados serán más o menos parecidos, y
seguiremos enrocados en la "imposibilidad" de que más de
un 50% consiga gobernar frente al partido más votado, aunque éste
solo obtenga el treinta y pico por ciento.
Angel
Sánchez Sánchez
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