jueves, 10 de mayo de 2018

NEGAR LA MAYOR


Si echamos un vistazo a lo que pasa a nuestro alrededor, a lo que los y las jóvenes hacen y cómo lo hacen, seguramente llegaremos a varias conclusiones. La primera podría ser, simplemente, eso de “que mayores somos”. Aunque la mayoría de las veces no es más que una excusa para justificar, o nuestro desinterés o nuestro simple desconocimiento de lo que ocurre a nuestro alrededor y sobre todo, de la velocidad a la que ocurre.
Que estamos inmersos en un cambio de época es algo evidente. Nuestra forma de relacionarnos ha cambiado, nos comunicamos de otra manera, los grupos y comunidades sociales se han transformado de forma sustancial en casi todas las franjas de edad, pero sobre todo en las generaciones de jóvenes nacidos y formados en el ojo de ese huracán que es internet.
Belén Barreiro, socióloga y ex directora de CIS, ha planteado una propuesta sumamente interesante de estructuración social al hilo de un acertado análisis de la realidad s pre y post crisis, aunque la vedad, cuando hablamos de post crisis creo que nos referimos más a un deseo que a una realidad por mucho que los datos macro económicos sean positivos. Concretando. La conclusión de Belén Barreiro es que la crisis ha tenido un producto social en forma de analógicos y digitales, con una adscripción social en función de las variables de renta y ocupación, pero sobre todo , de estabilidad. Parámetros como la formación y cualificación han pasado a ser secundarios, fundamentalmente para la generación de jóvenes digitales que ven como su alta formación no les asegura un puesto en el ascensor social. Pero no pretendo plantear un debate sobre las clases sociales pre o post crisis; ni siquiera un debate sobre digitales acomodados, precarios, analógicos acomodados o precarios, pues sería demasiado dados mis humildes conocimientos, además de complejo, aunque sumamente interesante para buscar explicación, por ejemplo, a las preferencias políticas tan volátiles y cambiantes frente a la solidez de los anclajes a los que estábamos acostumbrados hace un par de generaciones.
El objetivo de mi reflexión personal es la evidente apatía de la administración que, teniendo nuevas herramientas para interactuar, relacionarse y atender a las necesidades y demandas ciudadanas, prefiere vivir de espaldas a ésta . Pero lo más sorprendente, en mi opinión, es que ni a las generaciones digitales ni a las analógicas les presta la atención, ni personal ni administrativa que sería no solo deseable, sino exigible. Y ésta actitud (máxime viniendo de una corporación joven) se ve con claridad si nos paramos a examinar no solo la estrategia institucional en la red, sino la de los partidos políticos con representación.
Me he permitido analizar durante un cierto período de tiempo los diferentes perfile digitales institucionales e incluso personales de algunos de los representantes políticos, llegando a la conclusión de que el nuevo “martillo” que la revolución tecnológica ha puesto en sus manos lo usan para seguir clavando clavos de la misma manera.
Quizá la conclusión más relevante a la que personalmente he llegado es que pese a la presencia a través de nuevas plataformas de comunicación e interactuación, las instituciones políticas siguen ancladas en la web 1.0: genera contenidos a través de páginas estáticas, con una actualización tardía y poco eficaz a través de estrategias direccionales y no colaborativas. Podríamos decir que esta actitud es a internet, lo que fue la revolución de la Administración Pública Tradicional a la discrecional y antigua administración.
Si por algo se caracteriza la época en la que vivimos ( web 2.0) es por priorizar la inteligencia colectiva (el intercambio de conocimientos) ya que los usuarios no solo leen, sino que también publican, por la existencia de las redes sociales donde compartir y colaborar, donde el usuario es el protagonista, gracias a los avances en los dispositivos a través de los que se conecta ( smartfone, tabletas, tv, etc). Algunas instituciones sociales privadas si se han adaptado a ésta nueva realidad, favoreciendo una relación directa y personal con sus clientes, facilitando y agilizando trámites que no hace mucho tiempo requerían mucho tiempo y esfuerzo, algo que, pese a la emergencia de una sociedad más exigente e inteligente, la institución pública y los partidos parecen dar la espalda.
Las instituciones ( administración y partidos) parecen seguir manteniendo esa especie de cartel de “acceso restringido”, limitando la democracia a una representación indirecta e impersonal, pese a los discursos retóricos que la niegan.
La democracia, e internet ya forma parte de ella, es construir una realidad capaz de incorporar a todos: cada cual desde lo que es. No se puede seguir instalado en pautas más propias del industrialismo donde a cada lugar correspondía una persona y a cada persona su lugar. Hoy es todo más fluido, con parámetros diferentes, con espacios y situaciones diferentes, por lo que las respuestas tradicionales ya no se presentan como útiles.

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