martes, 29 de mayo de 2018

¿Acuerdos imposibles?



Aunque quizá la pregunta pertinente sería: ¿porqué no se ha sido capaz de aprobar ni un presupuesto municipal a lo largo de la legislatura?. Creo que sería interesante que, partiendo del actual contexto, fuéramos capaces de dar respuesta a esa pregunta que, pese a parecer meramente instrumental o incluso tendenciosa, encierra una duda que creo que compartimos más de uno y de una.

El gobierno municipal cambia en 2015. Tras más de veinte años de gobierno de la derecha ( en solitario o con acuerdos con otra fuerza política), en mayo de 2015 la ciudadanía decide repartir sus preferencia, eligiendo representantes municipales entre siete de las nueve candidaturas presentadas. Y, a diferencia de otras ocasiones donde el “juego” se dilucidaba con una coalición mínima ( de dos), en ésta ocasión son necesarios, como mínimo tres actores en un escenario más complejo ( en la legislatura de 2011 obtuvieron representación las seis formaciones que presentaron candidatura: PP (7), PSPV-PSOE(6), Esquerra Unida(1), Compromis(2), Decido(1) e Iniciativa(1), en la de 2015: PP(7), PSPV-PSOE(3), Ciudadanos(3), Compromis(3), Esquerra Unida(2), Partido del Campello (2), Democrates (1) ). Desde los partidos con representación la interpretación de los resultados, y así lo declaran todos, incluido el actual Alcalde en su discurso de investidura, es : dialogo y acuerdo. Pero, ¿quién ha estado dispuesto a dialogar con quien y de qué?

La premisa del “mandato” propicia un acuerdo sustentado en once votos provenientes de cinco candidaturas. Pero la lectura de ese “mandato” es relativo, por dos cuestiones: el documento de mínimos pasa a ser irrelevante y uno de los socios es expulsado de la coalición. Esto propicia un gobierno en minoría que llega hasta la actualidad. Pero, ¿qué debe hacer un gobierno en minoría si pretende sacar adelante al menos alguna propuesta política?. Pues eso: dialogar, negociar, acordar. Pero parece ser que ninguna de esas tres palabras han sido argumento para el actual gobierno como responsable de liderar las políticas y, consiguientemente, el resultado es que por tercer año los presupuestos sobre los que se trabajará, con el proyecto político que se gestionará el municipio es el del PP de 2014

¿Era posible el acuerdo?. En mi opinión, si, pero era necesario un esfuerzo, no solo negociador, sino de reconocimiento de legitimidad: cualquier grupo tiene legitimidad para intentar incluir propuestas. Por consiguiente, un método que podría haber sido utilizado era el puramente cuantitativo: cada grupo presenta propuestas en un proceso abierto, se debaten abierta y con difusión pública, se priorizan y, finalmente se establece un mecanismo para su inclusión o no en el presupuesto: en función del porcentaje de representación de cada cual. ¿Posible?, si, pero irreal. Evidentemente, sí se debería haber abierto un procedimiento oficial, con fechas y plazos para presentar, tanto el borrador de presupuesto como las enmiendas, así como una fecha para su debate plenario. En éste contexto, el esfuerzo negociador, si el gobierno se consideraba realmente “de cambio”, podría haber sido doble: por un lado convencer y aceptar propuestas de otros grupos y por otro, a través de un proceso de explicación pública cuyo objetivo fuera sumar complicidades sociales que asegurasen, además de una posición legítima legalmente, una legitimidad con ratificación social.

La política democrática tiene una característica que la engrandece: la temporalidad. Esto es: que cada cuatro años, la ciudadanía tiene la obligación y el derecho de juzgar a los gobernantes y, si así lo considera, cambiarlos. Y ésta característica debería haber estado presente, propiciando acuerdo de alcance, como mínimo, de medio plazo.

Ahora, en la coyuntura en la que nos encontramos, lo que seguramente vamos a escuchar son excusas convertidas en argumentos: quisimos, pero no nos dejaron. Y ante éstos “argumentos”, deberíamos preguntarnos, ¿qué quisieron?. Esa y no la excusa del “no nos dejaron” debería ser la pregunta que nos diese alguna respuesta sobre las causas del fracaso de la legislatura.

Pero, también podemos encontrarnos con una acción a la desesperada ( cuyo objetivo coincidiría con la excusa-argumento: no nos dejaron) y que el gobierno llevase una propuesta a Pleno a sabiendas de que no tendría los apoyos suficientes. Este acto, lejos de representar un acto de valentía política, a mi personalmente me parecería la enésima irresponsabilidad de un gobierno que, teniendo la responsabilidad del “cambio” prefirió preservar su zona de confort ( gracias, como antes decía, a las distancias irreconciliables entre las posibles alternativas) a presentar verdaderas propuestas valientes, no solo en la institución, sino a la sociedad a la que, más pronto que tarde, volverá a pedir su voto pero, ¿esta vez con qué argumento?.

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