Las candidaturas de
"confluencia" o la participación de las marcas
instrumentales de Podemos no han cambiado nada de la política a la
que según ellos venían a cambiar. Al contrario: han emulado a sus
adversarios en una estrategia partidaria que nada tiene que ver con
aquel discurso "buenista" del gobierno del cambio por el
que apostaban. La subjetividad ideológica como ingrediente principal
de un más que evidente "infantilismo" izquierdista en su
acción política institucional les ha situado, como mínimo, al
mismo nivel de los que venían a combatir.
En los diferentes
Ayuntamientos en los que el acuerdo plural dió la posibilidad de
gobernar, como es el caso de Alicante, Sant Vicent del Raspeig, Sant
Joan o nuestro mismo municipio, se han podido constatar con el paso
de la legislatura, las distintas estrategias que, de forma más o
menos evidente, se han desarrollado y que en algunos casos han puesto
los cimientos para un final de legislatura, como mínimo, complicado.
En el caso de Alicante,
la imputación del Alcalde por el fraccionamiento de unos contratos
ha sido el detonando de la salida de EUPV y Compromis del gobierno
municipal. Y siendo la imputación una cuestión grave, seguramente
alguna otra solución se podría haber encontrado que no la de poner
nuevamente en manos el PP el gobierno municipal. Sant Joant, ha visto
como Compromís ha abandonado sus responsabilidades de gobierno por
discrepancias con el Alcalde, en Sant Vicent fueron cesados de sus
responsabilidades, y al gobierno de la Generalitat ( del PSPV-PSOE y
Compromís le han "apretado" con argumentos presupuestarios
que ponían en un brete las políticas que está desarrollando el
Consell presidido por Ximo Puig.
Como hipótesis
podríamos plantear que todo parte de una estrategia cuyo objetivo
es, como mínimo, preservar un espacio político y electoral que les
asegure consolidar la posición obtenida en 2015. Ahora bien: ¿
como valorará la ciudadanía el papel jugado en el gobierno de las
formaciones políticas que han decidido pasar a la oposición? Es una
apuesta arriesgada, pues por mucho que se esfuercen ahora desde la
bancada contraria, la repercusión mediática y, por lo tanto social
es siempre de menor impacto en un lugar que en el otro. De ahí que
sea difícil aventurarse. Lo que si es cierto es que, al menos, la
ciudadanía puede tener una perspectiva de lo que cada una de las
formaciones políticas pueden aportar a la política municipal a la
vista de sus actuaciones como miembros de un gobierno de coalición,
al menos que la memoria, junto a una errónea estrategia comunicativa
convierta las elecciones de 2019 en un regreso triunfal de la derecha
a la vista de la aparente dificultad de las formaciones de la
izquierda (en los diferentes municipios antes citados) para
entenderse, desde la independencia pero con la responsabilidad que
conlleva, no representar, sino estar junto a una ciudadanía que
expresó en las urnas su apuesta por el cambio.
Lo que en mi opinión,
por activa y por pasiva, es que se está demostrando que aquel
discurso "buenista" con el que muchas formaciones se
presentaron, o con el que conformaron coaliciones de gobierno está
poniéndose en evidencia. La política, la cruel política de la
realidad, está poniendo las cosas en su sitio, y con ello,
devolviendo a la ciudadanía a la realidad: idealizar hasta el punto
de convertir una ilusión en una promesa, es una irresponsabilidad.
Querer imponer, querer realizar cambios, aunque sean meramente
simbólicos, sin la participación de una gran mayoría, sin el
consenso suficiente para asegurar el recorrido de las políticas más
allá de las diferentes coyunturas electorales, es y será un acto
contra el interés general. La democracia, como en otras ocasiones he
comentado, es, afortunadamente, un sistema in tempore, o lo que es lo
mismo: cada cuatro años pueden variar las preferencias de los y las
votantes, exponiendo las políticas partidistas a variaciones que
pueden desestabilizar las instituciones. Si algo deben aprender los
representantes políticos es que, la democracia, sin cambiar (
legislativamente), ha cambiado. De una democracia donde la
alternancia era coto cerrado de dos, hemos pasado a una democracia
donde existe una pluralidad de actores que se suceden en los
escenarios políticos, jugando todos ellos un necesario papel en la
estabilidad de las políticas: la transversalidad se ha instaurado,
con toda seguridad, para quedarse, y esa es una lección que los
nuevos y los viejos partidos deben aprender, aunque fundamentalmente,
los nuevos, cuyo discursos era dar la vuelta a un sistema político
que se ha presentado como más sólido y reacio a revoluciones
improvisadas y ocurrentes.
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