miércoles, 25 de abril de 2018

CUESTIONES PREVIAS.

Tras el anuncio en diferentes medios de comunicación de que el gobierno de coalición en minoría de El Campello había entregado a los diferentes grupos políticos municipales una propuesta de presupuesto para el ejercicio 2018, me planteo algunas cuestiones previas, sin conocer los pormenores del documento presupuestario.
En primer lugar, y coincidiendo con otros grupos políticos, el porqué no se han presentado unos presupuestos ni en 2016 ni en 2017, asumiendo los aprobados y prorrogados en 2014 por el Partido Popular. La cuestión del equilibrio de fuerzas no es, en mi opinión, un argumento convincente, pues el mismo equilibrio es el que se da en la actualidad. Ni la falta de personal, ni otras cuestiones burocráticas es argumento, ni suficiente ni convincente para no haber presentado una propuesta que, basada en los números de las sucesivas liquidaciones, hubiese propiciado un debate político más allá de la mera gestión.
Si algo se presuponía en los grupos que compusieron el gobierno municipal en 2015, era el compromiso de cambio. Pero no un cambio de nombres y personas, sino un sustancial cambio de politicas, porque ahí es donde radican las diferencias.
Desde un punto de vista mínimamente análítico, la elaboración de la principal propuesta que reúne algo más que declaraciones de intenciones puede ser abordada desde diferentes perspectivas. Y ahí me planteo la segunda cuestión previa: ¿Cómo se ha elaborado el documento?, ¿partiendo de lo existente e incrementando las políticas ya realizadas con pinceladas de mero maquillaje, desde una perspectiva racional, analizando los problemas, recursos y el impacto de las políticas?. ¿Hay un criterio político que sustente la propuesta o son meras cuestiones técnicas?. Y esto lo digo porque, uno de los anuncios se refiere a una importante inversión en recursos tecnológicos cuando el gobierno ha sido incapaz ni siquiera de adaptar la web municipal (estática y claramente ubicada en el pasado 1.0 cuando ya se está en el 2.0: interactividad, inteligencia, etc).
Otra cuestión es el talante que, al menos discursivamente se plantea: una rueda de contactos para "explicar y recabar apoyos". ¿Expicar?. Creo que el actual gobierno no ha analizado convenientemente el contexto en el que se encuentra. Y éste no es otro que una fragmentación en el que la alcaldía la ostenta la cuarta fuerza política, por ejemplo. Así que la cuestión no es "explicar": la cuestión es plantear propuestas e intentar que las políticas tengan un recorrido y una estabilidad a medio plazo, como mínimo. Y para ello, es necesario que la pluralidad tenga expresión en el diseño de las políticas presupuestadas, pues de lo contrario se estará incidiendo en ese mal que acusa la democracia representativa: la imposición frente al acuerdo ( la democracia representativa, como he dicho en alguna ocasión, si por algo se caracteriza es por su temporalidad: los cambios de gobierno propiciados por los procesos electorales periódicos, por lo que lograr que las políticas tengan ese recorrido a medio plazo, lograr el apoyo de "un voto más" es una actitud que no beneficia a nadie, ni siquiera a los partidos políticos).
Otra cuestión es la participación, que inevitablemente solo puede aplicarse a determinadas partidas de inversiones. Pero, ¿se va a "explicar" a la ciudadanía el contenido de las partidas, porqué se opta por incrementarlas, para qué o para quién?. Si de algo adolece nuestro sistema político es de la necesaria explicación de las políticas; la pedagogía como elemento imprescindible de ese otro concepto que es la legitimidad, no legal sino política.
Se apuntan algunas propuestas genéricas, como los 250.000 euros para la elaboración del PGOU o los 128.000 del transporte urbano. Igualmente se hace referencia, de forma genérica a partidas como cultura ( 100.000 euros más) o servicios sociales ( 177.000) sin concretar las acciones, a la espera de una explicación más detallada.
Y la última cuestión es con quién tiene voluntad de dialogar el gobierno municipal. Y no es una cuestión menor, pues en el horizonte se atisban las próximas elecciones locales. Si los antiguos socios de investidura (EUPV) apoya las cuentas, ¿a cambio de qué, de políticas o de gestos simbólicos?. Esta agrupación política, después de su salida del gobierno de coalición se ha significado por una actitud crítica y exigente, por lo que rebajar ese nivel de exigencia por cuestiones cosméticas, no sería muy explicable. ¿Ciudadanos?. Creo que, en la misma línea, esperará acontecimientos pues estrategicamente sería una situación óptima que fuera el antiguo socio quien apoyase el proyecto de presupuestos, pues de ésta forma podría seguir presentándose como la opción incontaminada que ahora reivindica.
Seguramente no será mi primera opinión sobre la propuesta política por excelencia, como son los Presupuestos. Lo que considero que sería un claro retroceso es que los argumentos fuesen meramente burocráticos y de gestión, pues ésto sería un retroceso a la voluntad expresada por la ciudadanía en 2015 y una prueba más de que el "arte de ir tirando" se confirma como penoso paradigma de la política: ¿todos son iguales?.

jueves, 19 de abril de 2018

UNA (HUMILDE) APROXIMACIÓN A LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA y II



LA NUEVA GESTION PUBLICA
Esta nueva gestión pública de una forma un tanto esquemática, pretenderá, frente a la rigidez de la Administración Tradicional, personalizar la prestación de los servicios a las demandas , introduciendo Incluso el término de clientes frete al de ciudadanos. Por lo tanto se presenta como un paradigma de gestión alternativo al de la administración weberiana. Esta nueva gestión pública se inspira de una forma muy notable tanto en las técnicas de gestión empresarial como en la imitación de las dinámicas del mercado. En este sentido también hay que destacar los dos grandes pilares sobre los que se sustenta esta nueva gestión pública. En primer lugar desde el ámbito del mercado; desde los que consideran que el mercado es un asignador eficiente de recursos, se afirma que el principal problema de la Administración Pública es que no dispone de un adecuado sistema de incentivos, es decir, que cuando alguien hace las cosas bien, esto no genera ninguna recompensa y que por la misma razón, cuando alguien hace las cosas mal esto tampoco genera ningún castigo,de manera que al no existir un sistema adecuado de incentivos que fomenten el esfuerzo y la capacidad de mejorar, pues la administración ha tendido a irse, relajando. Este sistema de incentivos es el que nos proporciona el mercado.
En alguna literatura para referirse a esta idea, y observar los diferentes mecanismos que intentan hacerla operativa, se ha utilizado un término políticamente poco correcto pero muy visual, e intuitivo, que es el primer pilar de la nueva gestión pública que conocemos que es el de “macho managemen”. Este término significa que debemos introducir en la Administración Pública presiones para que los operarios de esta administración pública se vean forzados a demostrar lo que valen; a sudar la camiseta; a esforzarse; a comportarse siguiendo este término tan políticamente incorrecto como es el “macho maagemen”: que demuestran cada día lo que valen en su quehacer. Podría decirse que, siguiendo en esta metáfora políticamente incorrecta: lo mismo que harían los ejecutivos, los empresarios, que deben esforzarse cada día en la lucha del mercado para sobrevivir. Bajo esta etiqueta del “macho management” hay una amplia variedad de herramientas que se han desplegado durante los años 80 y 90 sobre todo, la externalización competitiva de servicios, la gerencialización de la Administración Pública, la aparición de nuevos contratos, la aparición de herramientas como la división de roles entre el cliente y el comprador de servicios públicos, el poner precios a los servicios y establecer estableciendo relaciones mercantiles,etc. En definitiva toda una serie de mecanismos
que tienen siempre como base dos ideas clave: fijar un objetivo, evaluar hasta qué punto lo hemos conseguido y premiar o castigar en función de hasta qué punto se ha logrado satisfacer este objetivo. Esta cuestión, sin entrar a fondo, ahora nos lleva a toda una discusión sobre, hasta qué punto la administración es capaz de fijar con precisión sus objetivos y hasta qué punto esos objetivos también somos capaces de medirse con exactitud, porque sin estas dos características toda la lógica del “macho management” tiene problemas operativos.
En todo caso este ha sido el primer pilar sobre el que se ha sustentado la nueva gestión pública. El segundo es otro pilar que genera algunas contradicciones sobre el primero, porque mientras que el “macho management” pone el énfasis en la competencia, el segundo viral que hemos llamado “soft management”, es un concepto sobre que prioriza sobre todo la colaboración.
Es un concepto de inspiración empresarial basado en lo que conocemos como el de la excelencia en el mundo empresarial y que cuya idea básica es, si en una organización, sea pública, sea privada, compartimos valores, compartimos objetivos entre las diferentes partes de esta organización ;nos ayudamos mutuamente, colaboramos los unos con los otros y de como este entorno puede generar una mayor deficiencia en la prestación de los servicios.
En realidad, quizá la forma más sintética de resumir los contenidos propositivos del soft management es pasar de organizaciones que priman sobre todo la gestión de la jerarquía y de los procedimientos, a organizaciones que priman sobre todo la gestión de factores intangibles, factores soft como son los valores y las personas. Es necesario señalar, que al poner el acento en los valores se desarrolla toda una serie de instrumentos vinculados a la dirección estratégica, a los mecanismos de control de los recursos humanos a través de valores etc. Y que al poner el acento en el ámbito de las personas se desarrollan también toda una serie de instrumentos vinculados a la calidad en la prestación de los servicios, a los círculos de calidad que siguen a los productos, etc. Por lo tanto, tanto el macho management como el soft management se despliegan con una serie de instrumentos concretos que han protagonizado la modernización de la gestión pública en los años 80 o 90. ¿Con qué resultados? . No me extenderé en un análisis detallado de los mismos, pero sí que quizá se puedan decir algunas cosas, que nos situarían en el tercer escenario.
Los resultados de la nueva gestión pública pueden haber sido ambivalentes: pueden haber sido positivos en un aspecto y negativos en otro. El aspecto positivo, y sería absurdo no reconocerlo, es que algunas de las medidas de la nueva gestión pública han mejorado la eficiencia en la prestación de los servicios. Hay muchos servicios que con todas estas nuevas técnicas han mejorado en la agilidad. Hemos desburocratizado algunas organizaciones, hemos ganado flexibilidad en otras, y por lo tanto buena parte de los servicios públicos han aumentado en su eficiencia. Ahora, hay que fijarse que, simultáneamente a ese aumento de la eficiencia en algunos servicios públicos ha sido compatible con el mantenimiento e incluso el aumento del descrédito de aquello que hace la política y la Administración Pública.
Es compatible hacer una evaluación del rendimiento de un servicio y observar su mejora, con que la población siga descontenta con la capacidad de la Administración Pública de resolver sus problemas. Para hacerlo de una forma esquemática solemos decir que la nueva gestión pública ha mejorado la prestación de los servicios en términos eficientistas pero no ha mejorado
el contenido de las políticas públicas. Aquello que hace la administración puede hacerlo mejor, pero a lo mejor no es lo adecuado. De manera que algunos dirían que el reto; lo que nos obligaría a superar el paradigma de la nueva gestión pública no es tanto el de mejorar la eficiencia sino de mejorar la inteligencia de aquello que hacemos. No se trata tanto de desarrollar adecuadamente una actividad sino cómo se toma las decisiones. Y esta cuestión nos lleva al tercer paradigma: la Administración Pública relacional, la Administración Pública deliberativa, en la cual la principal preocupación no sería tanto cómo mejoramos la eficiencia en la prestación de los servicios sino cómo mejoramos el contenido de las políticas pública: cómo dotamos a la Administración Pública de la suficiente inteligencia no solo para hacer las cosa bien sino para decir qué es lo que hace y qué no,de forma adecuada.

UNA (HUMILDE) APROXIMACIÓN A LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA I


Los cambios en los grandes paradigmas: para entender el funcionamiento de la administración pública.


Partimos de unos orígenes en el ámbito de la administración; unos orígenes que vienenmarcados por lo que se conoce como la administración pública tradicional; la administración pública de corte burocrático, herencia de la época de sociólogo alemá Max Weber, conocido como el padre de la administración legal racional. También sabemos que en los años ochenta se produjo un cierto tipo sw revolución gerencial en el ámbito de la administración pública, que dió lugar a lo que algunos han denominado como el Paradigma de la Nueva Gestión Pública. Y en tercer lugar, de forma más reciente, ya entrando en el siglo 21, algunos autores y algunos prácticos incluso de la propia gestión pública están empezando a hablar de un modelo de administración pública relacional o deliberativa. Estos son los tres grandes paradigmas que se encuentran en el debate sobre el funcionamiento de la administración pública. Pero sería práctico que antes, de forma breve, hagamos un breve repaso de estos tres paradigmas.
Decíamos que, en primer lugar partimos de unos orígenes, que es lo que llamamos laAdministración Pública Tradicional. La administración pública de corte de mediano, de corte burocrático, y que tiene unos orígenes que datan de hace algo más de un siglo, y en los cuales podemos identificar dos grandes objetivos iniciales. En primer lugar la administración pública burocrática tradicional estaba pensada para maximizar la eficiencia en la prestación de un conjunto de servicios públicos. Hasta aquel momento todas la administraciones pre burocráticas eran administraciones muy poco profesionales, con déficit de capacitación en los empleados públicos, con formas organizativas muy provisionales. Y el resultado era que aquello que hacían, los servicios que prestaban a los ciudadanos eran poco eficientes. Tanto que la primera idea sensata de Max Weber es intentar maximizar la eficiencia en la prestación de estos servicios. El segundo gran objetivo de esta administración pública tradicional era garantizar la equidad del trato a todos los ciudadanos Otra vez, la administración de carácter preburocrático, la que se encuentra en sus análisis de Max Weber, era una administración que trataba de forma discrecional a las personas a las que ofrecía sus actividades o sus servicios. Es decir, si se era una persona con un determinado status económico y social, podía ser tratado de forma preferente o deferente por parte de la administración; mientras que si el status socio-económico era más bajo podía ser tratado con menor deferencia. Lo que Max Weber propone es crear una administración que garantice, que asegure que todas las personas, todos los ciudadanos, van a ser tratados por la administración de la misma manera.
Por lo tanto encontramos el segundo objetivo: garantías de igualdad en el trato a los a los ciudadanos. Los objetivos parecen sensatos ,pero en lo que deberíamos centrarnos es, en qué es lo que nos propone la administración burocrática para alcanzarlos. Para alcanzar el objetivo de maximizar la eficiencia lo que se propone, de forma muy sintética en el modelo de la administración tradicional, es lo que llamamos Racionalidad Formal. ¿Qué significa? Pues que para garantizar que siempre se harán las cosas de la forma más eficiente posible, en primer lugar lo que se hace es pedir a un experto (aquel que está dotado de la razón), que nos diga cuál es la mejor forma de realiza aquella prestación.
En segundo lugar, una vez que el experto nos ha dicho cuál es la mejor forma de operar, esto lo convertimos en procedimiento administrativo. Racionalidad y Formal. El adjetivo formal significa que convertimos la racionalidad en un procedimiento administrativo.
Posiblemente,lo más interesante es que obliga a ser siempre eficientes, porque hay unprocedimiento que debemos seguir. Si lo seguimos somos eficientes. El procedimiento administrativo sería a la administración pública lo mismo que la Cadena de Montaje era a laOrganización Científica del Trabajo. La Cadena de Montaje era aquello que aseguraba que el producto siempre se hacían de la mejor manera posible, el procedimiento administrativo (esa organización pública) es la garantía de que siempre se harán las cosas de la mejor forma posible. Y en relación a las garantías de igualdad,¿cómo se consiguen?. Pues a través de un procesode despersonalización: despersonalizando el trato con los ciudadanos. Dicho de una forma más directa: despersonalizar significa que a la administración no le interesa saber con quién está tratando, porque al no saber con quién está tratando impide cualquier factor discrecional. Expresado en una forma, si se quiere de una forma más intuitiva: la administración no quiere mirar a los ojos de los ciudadanos, no quiere saber quiénes son, porque cuando sabe quiénes son, cuál es su status, cuánto dinero tienen, o a qué partido votan, puede acabar tratándolos de una forma o de otra. Por lo tanto, se trataba de convertir al ciudadano en un número, un número de un expediente, por lo que se asegura, en principio, una igualdad de trato. Con estas dos características la administración pública tradicional consigue garantizar la eficiencia y la igualdad. Pero también hay decir que, inevitablemente, esto tiene un cierto precio . Y es partir de los años 70, 80 ( en Europa, porque en España, no será hasta bien entrada la década de los ochenta) cuando se empieza a percibir que ese precio puede ser excesivo: maximizar la eficiencia a través de la racionalidad formal tiene su parte positiva, pero tiene también una parte negativa, y es la rigidez. ¿Cómo conseguimos maximizar la eficiencia? A través del proceso de racionalización, pero también a través de un proceso que convierte nuestra actuación en algo prefijado, en algo rígido(la cadena de montaje de un coche es rígida, aunque sea eficiente).
El procedimiento administrativo puede ser eficiente, pero es rígido. Durante un cierto tiempo sólo se priorizaba en que la racionalidad formal generaba eficiencia. A partir de los años 80 preocupa mucho que esta racionalidad formal genera rigidez. Y esta es una de las primeras demandas de transformación de la administración pública tradicional. En en segundo lugar, el mismo argumento :el proceso de despersonalización genera algo positivo, que son garantías de igualdad, pero también genera un proceso que podemos llamar de deshumanización en trato a los ciudadanos Es verdad que al no ponerle nombre a las personas, los estamos tratando a todos igual, pero también es cierto que tratándolos como un número propiciamos esa deshumanización a la que nos hemos referido. Y es partir de los años 70, 80, que una buena parte de la población ya lo acepta: cuando se trata con la administración pública no se que quiere ser tratado simplemente como un número, sino que se reconozcan mis especificidades, mis preocupaciones, que sepa quién soy, que mire a los ojos, y de esta manera se podrá atender de forma personal a las demandas. Lo relevante es que la administración pública tradicional no es que sea buena o mala, es que responde a un momento, tiene unos objetivos, y tiene su parte negativa y su parte positiva (la parte positiva es ques eficiente e igualitaria, la parte negativa es que que es rígida y es deshumanizadora) Esas dos características empiezan, a partir de la década de los setenta y ochenta las que dan lugar al segundo paradigma: Nueva Gestión Pública.

lunes, 5 de marzo de 2018

ALTERNATIVAS.


En el debate político local se introdujo, en el Pleno municipal ordinario de febrero, una cuestión que, para mi, tiene un gran interés: el cooperativismo. Y lo tiene, no solo como objeto de estudio, sino como un instrumento de gestión local que reúne unos valores y principios que han sido históricamente cimiento del pensamiento progresista: la solidaridad y la democracia.
Hace algún tiempo, y a propósito de una propuesta realizada también el Pleno municipal sobre "municipalización" de un servició, apunté una línea a explorar; un elemento de reflexión alternativo a la mera gestión pública gerencial cuyo principio es la adaptación de los instrumentos del mercado a la ciudadanía convertida en cliente. La corriente denominada Nueva Gestión Pública surge frente al modelo burocrático, pero a lo largo de la última década del pasado siglo surgen dos polos interpretativos de esta Nueva Gestión: la neoempresarial (postura mayoritaria) y el enfoque neopúblico. El enfoque neoempresarial hace hincapié en la economía y la eficiencia, proponiendo una "clientelización" de la ciudadanía. Por el contrario, la posición neopública, defiende la repolitización del debate sobre la gestión pública, incidiendo en la racionalización y control de las externalizaciones de los servicios públicos, proponiendo igualmente una apertura de los procesos político-administrativos a la participación, incorporando una dimensión ético-valorativa a la gestión pública. Evidentemente, a raíz de la conclusión del debate local sobre explorar nuevos instrumentos en materia de gestión de servicios, las posiciones neoempresariales parecen haber triunfado, en mi opinión, más por un proceso de conservadurismo institucional ( área de confort temporal que cae inevitablemente en lo que hace tiempo indiqué como parte de ese "arte de ir tirando", que penosamente impone una visión real de las administraciones como las del "todos son lo mismo") que de eficiencia o eficacia en la adopción de decisiones sobre la gestión de los servicios. La negativa a explorar nuevos instrumentos se sustentó en argumentos que en mi opinión parte de la resignación en el "es lo que hay", que muy poco (o nada) tienen que ver con la bandera que se enarboló en 2015: el cambio.
El cooperativismo nació como alternativa económica y social. Una alternativa cuyos fundamentos son la democracia económica y la igualdad ( incluso antes de la instauración del sufragio universal, en los estatutos de Rochdale en 1845 se establece un principio que se extiende hasta nuestros sistemas democráticos modernos: un voto por socio, y no más). Pero no solo igualdad en derechos, sino igualdad económica a través de la limitación en el reparto de los excedentes económicos entre los socios, estableciendo el reparto de éstos a través de baremos personales y no sobre el prorrateo capitalista, lo que se denominó como cooperativización de beneficios.
Sin ánimo de aleccionar a nadie ( nunca ha sido mi intención pese a ser tachado en mas de una ocasión de soberbio, cuando no de "listillo"), pero con la convicción de que la izquierda tiene la obligación de explorar nuevas vías para la democracia, la libertad ( y, con vuestro permiso me permito recuperar unas frases de Pablo Iglesias Posse sobre la libertad, "que a diferencia del criterio liberal, no se garantiza solo a través del reconocimiento de una carta de derechos sino a través de la progresiva liberación del ser humano de la miseria, de la enfermedad, de la ignorancia, de la inseguridad del infortunio...") y la igualdad, creo que no se puede desechar ninguna vía o instrumento que plantee a la sociedad que, más allá de la retórica, algunas cosas si son posibles.
No quiero ni puedo entrar en una especulación sobre las bonanzas o perversidades del sistema económico global, pero si creo que la apertura de nuevas perspectivas de gestión alternativa, democrática y participativa, donde los trabajadores se sientan partícipes y responsables con objetivos colectivos más allá del beneficio personal es una obligación ética de los hombres y mujeres progresistas. Y que mejor que el ámbito local para explorar y determinar si las alternativas, aún siendo más arriesgadas, valen la pena en ese objetivo de construir un futuro mejor entre todos y todas.
Las cooperativas, su potenciación e incluso su utilización para la gestión de servicios públicos no solo podrían garantizar la prestación de los mismos con calidad y eficiencia, sino que permitiría tejer, de forma humilde pero progresiva, un tapiz de complicidades que acercarían la administración a los administrados, confiriendo mayor legitimidad al proceso político y democrático.
Y me voy a permitir finalizar con unas frases del prologo a la versión castellana del libro de Robert Dhal "La Democracia Económica": la democracia se asemeja más a un proceso con un horizonte basado en la libertad, la igualdad y la solidaridad que a la expresión estática de un sistema político determinado.

domingo, 4 de febrero de 2018

SUMA Y SIGUE: 1,2 MILLONES MÁS.



El titular dice: "El Campello admite a trámite la reclamación de 1,2 millones por el fallido centro comercial". Y todo ello, a instancias de la Consellería a causa de la petición por responsabilidad patrimonial de la urbanizadora. O lo que es lo mismo: otro proyecto virtual del gobierno de la derecha que se suma a la ya interminable lista de pufos que las ocurrencias de los gobiernos presididos por el pp han dejado para que los asuman los ciudadanos y ciudadanas de El Campello.
Ahora, como con el Plan General, el parking, el parque central, etc. las arcas municipales deberán destinar cantidades presupuestarias para indemnizar las aventuras de un gobierno que esgrimió ( y todavía no se avergüenza de ello) la bandera del "interés general", cuando en realidad eran, como decía, ocurrencias que nos van a salir caras.
En ésta cuestión, como en el resto y los venideros pufos heredados, cabe una explicación clara y, por supuesto, la exigencia, por vía legal, de las responsabilidades correspondientes. Los políticos que tomaron las decisiones y los técnicos que las avalaron.
Cuando el gobierno de la derecha hablaba ( y sigue haciéndolo sin sonrojarse) del interés general, ¿ a qué se refería?. La cuestión es que, utilizando la delegación concedida por las urnas, e instrumentalizandola en función de sus intereses ( que a día de hoy, y visto el costo que está teniendo para las arcas municipales, no está claro cual es), tomó decisiones en las que ahora debe asumir su responsabilidad, por ejemplo, dimitiendo, debido al claro perjuicio que estas han ocasionado para los intereses colectivos ( que no siendo generales, si lo son de una mayoría).
El interés general es un eufemismo que en el fondo lo que oculta es la imposición de ideas e intereses particulares. La cuestión es que no existe un único interés. La opinión pública es cambiante por lo que una exigencia de un gobierno es tener una idea coherente de pueblo en función de los valores y principios que lo inspiran. Y dicho esto, ¿cual ha sido la idea coherente de pueblo que la derecha tenía, que no fue ni será y que no obstante tenemos que pagar todos y todas?.
Creo que el argumento de "en política se toman decisiones, unas positivas y otras negativas, y ésta ha sido negativa", como si las decisiones políticas fueran asepticas; como si no tuvieses ideología. Pero no es así. Las acciones políticas forman parte de una idea, contiene ideología y expresan intereses. De ahí que mi valoración sobre la hipótesis planteada sea que, la derecha lo hizo pensando en el interés de unos pero perjudicó a muchos, algo que la ciudadanía no debe olvidar, sea la cara que sea la que encabece el cartel. Y por otro lado, que las excusas sobre buenas o malas decisiones no son, ni propias ni dignas de alguien que quiera , no solo representar, sino estar al lado de la mayoría de una sociedad que, "gracias" a esas malas decisiones va a tener que renunciar a políticas públicas de bienestar social.


LA INDIFERENCIA, PRIMER PASO DE LA RESIGNACIÓN.

El "no nos representan" fue un eslogan, un grito de una ciudadanía desesperada que sufría ( ¿sufría?) las consecuencias de una cruel crisis económica y financiera pero, ¿donde ha quedado ese grito?. El sistema, cimentando su posición hegemónica sobre la construcción de un "sentido común" basado en la primacía de la responsabilidad individual ha conseguido que los movimientos ciudadanos que monopolizaron las protestas sociales a partir de 2011 pasen prácticamente a la irrelevancia. Y todo ello, sin que las organizaciones tradicionales hayan integrado de forma sustancial las reclamaciones sociales más que de forma, o simbólica o meramente instrumental.
El panorama es desalentador, a la vista del silencio de la sociedad. Un silencio que se ha sumado a ese perverso término de "mayoría silenciosa" ( franquismo sociológico) que tanta tranquilidad proporciona a las estructuras de poder.
El término sentido común es utilizado como sustituto de razonable y lógico. En contraposición coincido con el geógrafo David Harvey que afirma : "Para que algún sistema de pensamiento llegue a ser dominante, requiere la articulación de conceptos fundamentales que se arraiguen tan profundamente en entendimientos de sentido común que lleguen a ser tomados por dados e indiscutibles". Es cierto que en los municipios pequeños o medianos como el nuestro, la expresión de la desafección con la política no alcanzó los niveles que en las grandes ciudades. No obstante, si ese descontento si se agregó en las urnas, multiplicando la representación y propiciando un cambio político, al menos en las estructuras del poder. De ahí que el silencio social tampoco sea un hecho a resaltar.
Tras dos años y medio de legislatura, las voces de descontento y discrepancia son puntuales y se centra en colectivos muy determinados, algo que no parece preocupar demasiado al gobierno municipal. Parece que exista una cierta confianza en que esa "mayoría silenciosa" volverá a darles la oportunidad de gobernar, pese a la, digamos, irrelevante legislatura que hasta ahora hemos tenido. Las premisas discursivas sobre las que se cimentó el cambio no se han concretado en políticas. Es cierto que los equilibrios y desequilibrios de las mayorías han situado las políticas públicas en meros hechos puntuales, importantes, pero puntuales. La debilidad del gobierno no parece ser excusa suficiente para que las propuestas con las que los diferentes partidos se presentaron a las elecciones se hayan concretado en iniciativas institucionales. Por hablar de algo en concreto, podríamos referirnos al Presupuesto, o a la resolución o amortiguación de los distintos litigios en los que se haya inmersa la institución municipal que condicionarán el futuro local, como mínimo a medio plazo. Pero ahora la cuestión es, dada la proximidad de las elecciones, analizar si las diferentes organizaciones podrán presentarse ante la ciudadanía defendiendo su gestión política y con qué propuestas pedirán el apoyo de una sociedad local inmersa en la indiferencia.
Sobre la cuestión de la representación ( pido perdón, pero es una cuestión en mi opinión relevante en un sistema democrático representativo) el multipartidismo que ha protagonizado el gobierno supone algunos problemas pese a no descalificarlo como alternativa al bipartidismo o al monopartidismo que se dió durante más de veinte años. Cuando son bastante los partidos que compiten por la representación, castigar a las formaciones políticas con la oposición es más complicado: la ciudadanía pierde parte de su capacidad para asignar responsabilidades de forma clara. Y en éste contexto ( el de multipartidismo) los dirigentes políticos ganan espacio y capacidad de maniobra, en su caso, para seguir en el poder pese a que los posibles resultados hayan sido negativos. En mi opinión, uno de los déficits de la presente legislatura y que, con toda seguridad jugará un papel en la determinación de la decisión de la ciudadanía es la falta de explicación. El gobierno no ha podido o no ha sabido explicar porque se han hecho o por que no determinadas cuestiones: no hay política sin comunicación. Y la publicidad no es suficiente.
Otra cuestión a valorar será si el gobierno ha sido capaz de recoger las demandas ciudadanas, aunque ésta cuestión es más compleja dado el silencio social o la confrontación abierta con los colectivos vecinales sobre asuntos que vienen de lejos.

La cuestión sobre la que tendríamos que reflexionar, no es sólo si las protestas exigiendo más y mejor democracia, sino si la política ha recibido el mensaje o no, y si están a la altura de lo que la sociedad, aunque no de forma explícita, exigió y sigue pidiendo.