sábado, 15 de julio de 2017

EXIGENCIAS DEL GUIÓN

Aunque en apariencia la actuación del actual gobierno en minoría parezca una mera continuación ( con sus aciertos y errores) de lo que ya se venía realizando, creo que existe un guión; un objetivo tácito al menos en algunos de sus actores. Mi intención no es juzgar esas intenciones, sino simplemente plantear una hipótesis basada en la mera observación.

Como ya he planteado en algún momento y lugar, el hecho inicial de que la formación política a la que electoralmente le correspondía liderar el nuevo gobierno de coalición que emanó de las urnas en mayo de 2015 fue un anacronismo. Bien es cierto que las diferencias en número de votos no fue tanta, pero en otros municipios este hecho, por insignificante que pueda parecer, si supuso un elemento que se tuvo en cuenta a la hora de estructurar los nuevos gobiernos municipales plurales y de coalición. Este hecho parte, en mi opinión de dos factores. En primer lugar, de un sentimiento anti PSOE subyacente en los potenciales socios, y en segundo, aunque unido al primero, la necesidad de sumar los suficientes apoyos frente al PSOE para lograr lo que jamás se había podido imaginar: obtener el poder municipal ( y cuando hablo de poder no me refiero solo al gobierno, sino a la figura simbólica, política y administrativa con mayor poder: la Alcaldía).
Efectivamente esta conjunción de intereses se dio, y contó con la aceptación explícita de dos actores. Uno ( Esquerra Unida) que se unió al acuerdo interno anti PSOE tanto por convicción histórica como por un cierto "buenismo" ( no romper el acuerdo respetando una mayoría interna). El otro actor fue el PSOE, que tras unos resultados claramente desilusionantes y pese a ser la segunda formación política, no podía impedir la formación de un gobierno alternativo, pues esto hubiera supuesto el definitivo punto de inflexión en su retroceso electoral.
Las exigencias del guión, básicamente dispuestas por dos de los socios ( que también lo son a nivel nacional y autonómico: Compromís y Podemos, con su marca blanca local), requería igualmente dos cuestiones. La primera, prescindir de un socio "incómodo" como era Esquerra Unida. Y la segunda, aunque incomprensible dadas las nuevas e inevitables dinámicas negociadoras actuales, empujar a Ciudadanos hacia el PP. Con la primera, lograba hegemonizar el gobierno municipal del "cambio" basado más en el carácter personal de algunos de sus miembros que en una agenda política real. Con la segunda, y repito, a la vista de como se desarrollan los acontecimientos, incompresible en su momento, logra un objetivo que no se muy bien si se tenía previsto: arrinconar nuevamente a Esquerra Unida como elemento discordante "alejado de la realidad" y, por consiguiente, necesario pero prescincible.
El papel secundario le correspondió a un PSOE desdibujado electoralmente que tenía ( y tiene) la necesidad, por un lado, se coherente con el acuerdo de investidura, y por otro, demostrar que no solo tenía la disposición de apoyar desde la oposición, sino el compromiso de asumir responsabilidades. en mi opinión ( quizá poco objetiva, claro) quien ha demostrado su compromiso con el cambio ha sido el PSOE. La cuestión, al margen de esa muestra clara de compromiso, es la, en mi opinión, necesidad de recuperar al PSOE como una alternativa viable y posible, para lo que se requeriría, siguiendo con la lealtad al acuerdo de investidura, un esfuerzo por concretar las políticas propuestas por los socialistas, una apertura hacia la sociedad rompiendo la institucionalización sufrida por sus socios, una apuesta por la democracia y la transparencia y, definitivamente, un plan de comunicación que propicie una visibilización más clara y concreta, tanto del papel de la organización como de las personas que la representan más allá de las responsabilidades de gestión: en el ámbito político y social.
Y evitar esto, forma igualmente parte de ese guión establecido donde el protagonismo es para el "líder" del gobierno de coalición ( gobierno de coalición que el se ocupa de vender como unitario y no partidario, como si esto último fuera un demérito en un sistema de democracia plural). Por lo que la dificultad se convierte en problema: cómo hacerlo (por parte de los y las socialistas) sin ser acusados de desleales y, por lo tanto ( y en ese discurso de la post política, de casi "quintacolumnistas") acusados de ser quien entregue el gobierno nuevamente a la derecha.
Sobre el acercamiento a Ciudadanos, simplemente expresar mi sorpresa. Las relaciones con esta formación nacida en las elecciones de 2015 había sido algo más que truculenta. No obstante, y pese a que personalmente consideraba que la estrategia política estaba basada únicamente en el personalismo ( fundamento tanto de la expulsión de Esquerra Unida como del cese, por ejemplo, de la asesora del otrora concejal de Democrates y hoy miembro de los no adscritos), se me ha demostrado que no; que existe igualmente una estrategia, aunque no creo que se trate de reconocer que, siendo la nueva derecha, una forma de desmontar a la vieja es dar relevancia a una organización que, aunque pese, representa a un número mayor de ciudadanos y ciudadanas que, por ejemplo, individualmente Compromís o Podemos, con su marca blanca local.
Y termino. Mi preocupación, al margen de observar que la retórica vacía, material imprescindible en la construcción de un relato partidario, ha sustituido a la acción política, a la planificación, a la elaboración de una agenda claramente diferenciadora del nuevo período, es ver que el partido en el que milito no parece valorar su papel, no ahora, no en la actual coyuntura, sino en un medio plazo, en el que irremediablemente tendremos que ponernos ante la ciudadanía...¿Con qué argumentos?, ¿la lealtad a un acuerdo?. Creo que nuestra historia, nuestros valores y principios y, por ende, nuestra organización tiene un papel todavía importante como para dejar que otros, sin programa, sin propuestas y con un alto grado de ambición, vengan a apropiarse de un espacio que hemos ocupado por nuestras ideas y nuestro trabajo. Es cierto que las circunstancias generales y locales sumadas han dado como resultado una perdida de confianza por parte de la ciudadanía, pero una posición de izquierda moderada, respetuosa con la institución, dialogante y posibilista es hoy más necesaria que nunca, si no, tiempo al tiempo.

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