lunes, 24 de julio de 2017

LA ADMINISTRACIÓN (CUALQUIERA, PERO SOBRE TODO, LA NUESTRA)

La administración, así a lo bruto, nos presenta una imagen macro que engloba a todo el complejo entramado burocrático estatal, autonómico y local. Mi interés es analizar aunque sea de forma superficial, el desarrollo de la administración que más cerca tenemos y que, pese a los esfuerzos de muchos para presentarla como algo ajeno, ni lo es ni lo debe ser, pues es el instrumento más directo para que la política sea lo que la democracia necesita como revulsivo: más democracia.
Los "mayores" recordarán el Ayuntamiento franquista en nuestra localidad. Mínimo en sus servicios y reducido en sus medios. Arbitrario y poco profesional donde el estatus económico, social e incluso las creencias personales condicionaban el trato con la administración y, por consiguiente, la atención a los problemas y necesidades. Una administración que velaba por los intereses de los grupos pudientes sin ningún pudor al no existir normas legales que obligasen a un procedimiento justo. Esa administración "antigua", fue progresivamente sustituida por una administración más numerosa y profesional. El gran merito organizativo, en mi opinión hay que atribuirselo a la capacidad de un profesional que dirigió la secretaría municial en la década de los ochenta y mediados de los noventa: Vicente Boix. Catedrático de derecho administrativo y una persona con un compromiso inequívoco con el servicio público y, sobre todo, con la modernización de la administración. Aquel momento de cambio que propició la primera década de democracia impulsó la profesionalización y diversificación tanto del personal como de los servicios públicos: más infraestructura ( principalmente socio cultural y educativa), más profesionales de la administración y mayores recursos que colocaron a la administración local al nivel de otras administraciones.
Este recorrido histórico acaba practicamente en el inicio del gobierno de la derecha a mediados de los noventa del pasado siglo. No obstante, la consolidación del estado de derecho y de una administración donde los procedimientos y gestiones estaban plenamente institucionalizados impidió la quiebra de la estructura administrativa: se pasa de una organización racional a una actuación donde prima la irracionalidad. El ingente incremento de personal técnico al albur de la burbuja inmobiliaria, junto a la arbitrariedad en la concesión de remuneraciones complementarias sin criterio claro y de dudosa legalidad, transforman la incipiente ética del servicio público en un conjunto de reivindicaciones personales en conflicto desde un sentimiento ajeno a esa ética, donde se considera el servicio público como un mero empleo sin compromiso. Esta situación choca con el carácter general de una derecha que considera, genericamente, a la administración como un instrumento pesado y lento, necesitado de mecanismos empresariales para mejorar su funcionamiento. Únicamente en lo que respecta a la externalización de servicios se puede observar el carácter neoempresarial. Frente a ésta dinámica, no ha existido más que de forma retórica ( a las pruebas de los dos años de gobierno de coalición me remito) un discurso pero no una práctica neopública. No se ha cuestionado la clientelización ( cliente, en términos empresariales) de la administración, se sigue considerando (excepto en el discurso) al ciudadano como mero receptor de servicios y contribuyente, y la democracia, tal y como Shumpeter la definía como un "mero instrumento de selección" de personal político.
Ya en 1991 la OCDE en un reconocido informe afirmaba que existía un consenso en las democracias occidentales en torno a la idea de que había que avanzar hacia una "administración al servicio del público". Las administraciones debían ser receptivas: mayor accesibilidad, comprensibilidad y transparencia, así como mayor diligencia en la solución de problemas a través de políticas públicas diseñadas de forma participativa.
La necesidad de acercar la administración a su objeto ( que no es el procedimiento, sino la ciudadanía), a través de las nuevas tecnologías pero sobre todo, a través de una serie de códigos éticos positivos de obligado cumplimiento por el cuerpo administrativo, junto a la superación del paradigma neoliberal de "eficacia preheminente de lo privado frente a lo público", son algunos de los componentes del debate que se debería estar produciendo en el ámbito de las administraciones, pero sobre todo y por lo que nos afecta, en nuestro Ayuntamiento. ¿Porqué?. Simple y llanamente porque así lo expresaron una mayoría plural de ciudadanos y ciudadanas en las urnas. ¿Lo hemos olvidado?

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