domingo, 2 de julio de 2017

TOTUM REVOLUTUM

         Según el Alcalde de El Campello ( Compromís, cuarta formación política en las elecciones municipales de mayo de 2015), uno de los valores del gobierno municipal es que "  hemos sabido dejar a un lado las acciones partidistas por tener una visión común en la que todos los partidos estamos de acuerdo en un 90%." Estas manifestaciones pueden ser leídas en función de diferentes variables, pero no debemos olvidar que una de ellas, independiente de la voluntad del Sr. Alcalde es, que nuestro sistema democrático tiene su fundamento en los partidos políticos, y éstos, dentro de poco más de dos años tendrán que volver a ponerse ante los votantes para ser evaluados.

         Evidentemente, lo que supongo que el Sr. Alcalde desea resaltar es ese alto porcentaje de acuerdo, aunque ante esto, una cuestión de orden: ¿acuerdo, sobre qué?. No es una pregunta capciosa, lo aseguro. Únicamente tiene una intención explicativa: cuales son las políticas sobre las que se está de acuerdo, cual es el contenido de esa agenda que resume ese alto nivel de consenso.

         La cuestión es que, como decía, en  2019 los diferentes partidos tendrán que ser evaluados por la ciudadanía y, evidentemente, el presunto relato de unidad perderá consistencia, pues la lógica electoral indica que, a excepción de Compromís y Podemos ( o su marca electoral en El Campello: PDC) que aparentemente concurrirán en coalición, y del extinto Democrates-Els Verds, que han desaparido como tal, al pasar su único concejal al grupo de no adscritos, tanto el PSPV-PSOE como EUPV se presentarán de forma autónoma. Respecto a EUPV podrían existir ciertas dudas en el ámbito local, aunque no en el autonómico. En el local, las relaciones se rompieron al salir ( o ser expulsado más bien) del acuerdo que propició la investidura, y no se observan indicios de que pueda recuperarse la participación de Esquerra Unida en el gobierno ( participación que el Sr. Alcalde cierra al afirmar que: " decir que el equipo de gobierno nunca ha cerrado las puertas a Esquerra Unida. Ya no para entrar a formar parte del equipo de gobierno sino para temas puntuales.). Respecto al PSPV-PSOE, y poniendo en valor su participación en el gobierno en minoría, apuntar que la dificultad que se tendrá para presentarse como un elemento relevante en el gobierno es, hoy por hoy, de difícil visualización dada la hegemonía construida en torno a la figura del primer regidor de Compromis. Y ésta cuestión debiera ser un motivo de preocupación, no dentro de dos años, sino desde ayer.
         No debemos olvidar que el PSPV-PSOE gobernó El Campello hasta 1995, comicios en los que se inició un declive que les ha llevado a ser la segunda fuerza política exequo con Ciudadanos y Compromís ( dos puntos arriba o abajo pero con el mismo número de representantes) .
         En 1991 el PSPV-PSOE obtuvo el apoyo de un 45,35% de electorado; en 1995, y en 2015 solo el 14,59%:  un descenso de más del 30%. Evidentemente, los datos fríos no recogen la crisis que el PSPV-PSOE sufrió en 2011 con la escisión encabezada por su anterior secretaria general, que más tarde acabó gobernando en coalición con el PP. Igualmente se deben comparar los datos con la disminución exponencial de apoyo que el PSOE ha ido sufriendo desde prácticamente el mismo período, e igualmente, es necesario contar con las variables que definen un radical cambio de la sociedad respecto a la política.
         El voto socialdemócrata ha envejecido, y el partido, a nivel general no ha tenido la capacidad de reacción exigible para adecuarse a los cambios sociales. La generación de ciudadanos que David de Miguel define como la generación "reformista" es una generación cansada, y las nuevas generaciones ( definidos por éste autor como "ciudadanos nuevos": generación del euro, de la globalización, de las redes sociales...) no confían en un partido que nada les aporta.
         Por todo ello, y por la falta de una visualización clara, tanto del trabajo, como de las aportaciones políticas en cumplimento, tanto de los acuerdos de gobierno como de los recogidos en el programa electoral son una prioridad a resolver.
         Personalmente, considero que el "relato" sobre la unidad; sobre el altísimo nivel de acuerdo, no beneficia más que al emisor del mensaje cuyo objetivo, más allá de consolidar un programa de gobierno pretende consolidar un estatus obtenido de forma sorpresiva.
        Evidentemente, la visualización no supone una ruptura ni una revisión de la participación en el gobierno municipal ( por otro lado necesaria), pero si la concreción de un papel de mayor relevancia en el escenario político, y ello requiere no solo la voluntad, sino un plan de comunicación eficaz, una apertura ( o reapertura) hacia la sociedad de los debates internos, y el equilibrio entre las obligaciones institucionales y las políticas. De lo contrario, la ya desdibujada imagen únicamente tendrá como solución la resignación a la marginalidad.

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