sábado, 15 de julio de 2017

EXIGENCIAS DEL GUIÓN

Aunque en apariencia la actuación del actual gobierno en minoría parezca una mera continuación ( con sus aciertos y errores) de lo que ya se venía realizando, creo que existe un guión; un objetivo tácito al menos en algunos de sus actores. Mi intención no es juzgar esas intenciones, sino simplemente plantear una hipótesis basada en la mera observación.

Como ya he planteado en algún momento y lugar, el hecho inicial de que la formación política a la que electoralmente le correspondía liderar el nuevo gobierno de coalición que emanó de las urnas en mayo de 2015 fue un anacronismo. Bien es cierto que las diferencias en número de votos no fue tanta, pero en otros municipios este hecho, por insignificante que pueda parecer, si supuso un elemento que se tuvo en cuenta a la hora de estructurar los nuevos gobiernos municipales plurales y de coalición. Este hecho parte, en mi opinión de dos factores. En primer lugar, de un sentimiento anti PSOE subyacente en los potenciales socios, y en segundo, aunque unido al primero, la necesidad de sumar los suficientes apoyos frente al PSOE para lograr lo que jamás se había podido imaginar: obtener el poder municipal ( y cuando hablo de poder no me refiero solo al gobierno, sino a la figura simbólica, política y administrativa con mayor poder: la Alcaldía).
Efectivamente esta conjunción de intereses se dio, y contó con la aceptación explícita de dos actores. Uno ( Esquerra Unida) que se unió al acuerdo interno anti PSOE tanto por convicción histórica como por un cierto "buenismo" ( no romper el acuerdo respetando una mayoría interna). El otro actor fue el PSOE, que tras unos resultados claramente desilusionantes y pese a ser la segunda formación política, no podía impedir la formación de un gobierno alternativo, pues esto hubiera supuesto el definitivo punto de inflexión en su retroceso electoral.
Las exigencias del guión, básicamente dispuestas por dos de los socios ( que también lo son a nivel nacional y autonómico: Compromís y Podemos, con su marca blanca local), requería igualmente dos cuestiones. La primera, prescindir de un socio "incómodo" como era Esquerra Unida. Y la segunda, aunque incomprensible dadas las nuevas e inevitables dinámicas negociadoras actuales, empujar a Ciudadanos hacia el PP. Con la primera, lograba hegemonizar el gobierno municipal del "cambio" basado más en el carácter personal de algunos de sus miembros que en una agenda política real. Con la segunda, y repito, a la vista de como se desarrollan los acontecimientos, incompresible en su momento, logra un objetivo que no se muy bien si se tenía previsto: arrinconar nuevamente a Esquerra Unida como elemento discordante "alejado de la realidad" y, por consiguiente, necesario pero prescincible.
El papel secundario le correspondió a un PSOE desdibujado electoralmente que tenía ( y tiene) la necesidad, por un lado, se coherente con el acuerdo de investidura, y por otro, demostrar que no solo tenía la disposición de apoyar desde la oposición, sino el compromiso de asumir responsabilidades. en mi opinión ( quizá poco objetiva, claro) quien ha demostrado su compromiso con el cambio ha sido el PSOE. La cuestión, al margen de esa muestra clara de compromiso, es la, en mi opinión, necesidad de recuperar al PSOE como una alternativa viable y posible, para lo que se requeriría, siguiendo con la lealtad al acuerdo de investidura, un esfuerzo por concretar las políticas propuestas por los socialistas, una apertura hacia la sociedad rompiendo la institucionalización sufrida por sus socios, una apuesta por la democracia y la transparencia y, definitivamente, un plan de comunicación que propicie una visibilización más clara y concreta, tanto del papel de la organización como de las personas que la representan más allá de las responsabilidades de gestión: en el ámbito político y social.
Y evitar esto, forma igualmente parte de ese guión establecido donde el protagonismo es para el "líder" del gobierno de coalición ( gobierno de coalición que el se ocupa de vender como unitario y no partidario, como si esto último fuera un demérito en un sistema de democracia plural). Por lo que la dificultad se convierte en problema: cómo hacerlo (por parte de los y las socialistas) sin ser acusados de desleales y, por lo tanto ( y en ese discurso de la post política, de casi "quintacolumnistas") acusados de ser quien entregue el gobierno nuevamente a la derecha.
Sobre el acercamiento a Ciudadanos, simplemente expresar mi sorpresa. Las relaciones con esta formación nacida en las elecciones de 2015 había sido algo más que truculenta. No obstante, y pese a que personalmente consideraba que la estrategia política estaba basada únicamente en el personalismo ( fundamento tanto de la expulsión de Esquerra Unida como del cese, por ejemplo, de la asesora del otrora concejal de Democrates y hoy miembro de los no adscritos), se me ha demostrado que no; que existe igualmente una estrategia, aunque no creo que se trate de reconocer que, siendo la nueva derecha, una forma de desmontar a la vieja es dar relevancia a una organización que, aunque pese, representa a un número mayor de ciudadanos y ciudadanas que, por ejemplo, individualmente Compromís o Podemos, con su marca blanca local.
Y termino. Mi preocupación, al margen de observar que la retórica vacía, material imprescindible en la construcción de un relato partidario, ha sustituido a la acción política, a la planificación, a la elaboración de una agenda claramente diferenciadora del nuevo período, es ver que el partido en el que milito no parece valorar su papel, no ahora, no en la actual coyuntura, sino en un medio plazo, en el que irremediablemente tendremos que ponernos ante la ciudadanía...¿Con qué argumentos?, ¿la lealtad a un acuerdo?. Creo que nuestra historia, nuestros valores y principios y, por ende, nuestra organización tiene un papel todavía importante como para dejar que otros, sin programa, sin propuestas y con un alto grado de ambición, vengan a apropiarse de un espacio que hemos ocupado por nuestras ideas y nuestro trabajo. Es cierto que las circunstancias generales y locales sumadas han dado como resultado una perdida de confianza por parte de la ciudadanía, pero una posición de izquierda moderada, respetuosa con la institución, dialogante y posibilista es hoy más necesaria que nunca, si no, tiempo al tiempo.

LA FORMA "A 38"

No puedo evitarlo: soy fan de Asteris y Obelix. Los aguerridos galos que resisten al imperio romano en un pequeño rincón de la Galia, se enfrentan a doce pruebas pensadas por Julio Cesar para evaluar si son o no dioses. En esta película, que fue estrenada en 1976 en Francia (René Goscinny y Albert Uderzo) , en su prueba número ocho, se presenta a los dos famosos galos, el reto de conseguir (como dicen) "un mero trámite administrativo" en una administración romana. Aconsejo su visualización para así poder comprobar el nivel de coincidencia que muchos y muchas puedan tener con lo que se expone en el capítulo citado.
La cuestión es que, aparentemente, la administración ha cambiado poco o muy poco respecto a la que se presenta en la famosa película de dibujos animados. La burocracia, fruto de la transformación legal racional de la vieja, poco profesional y discrecional administración supone, en el contexto de principio de siglo, un avance de gran importancia. Pero las cosas han cambiado. La dinámica de la sociedad ha superado la racionalidad administrativa y, de forma mayoritaria pide, de forma tácita o explícita otra forma donde las personas sean tratadas como tal y no como meros números. Esta transformación a la que me refería respecto a la vieja (poco profesional y discrecional) administración, se retrasa en nuestro país "gracias" al franquismo. Con la transición a la democracia, uno de los principales retos es la modernización de una estructura administrativa creada de forma deliberada para no gestionar y para defender los intereses de los poderosos y adeptos a la dictadura. Se produce la "revolución" (que M.Weber definió como parte del poder legal racional) en la administración pero las carencias siguen siendo importantes pese al esfuerzo, tanto en profesionalización como en normas, reglamentos y leyes que igualaban sobre el papel a cualquier ciudadano.
En nuestro pueblo, la transformación de aquella vieja administración franquista corresponde a las primeras corporaciones democráticas. Es necesario resaltar que la administración dirigida por el PSOE ( con un lapsus de cuatro años del PSI) asumió el enorme reto de modernizar una administración atrasada y en absoluto en consonancia con el desarrollo socio económico y cultura de El Campello. Y no solo el esfuerzo de modernización, sino en la dotación de infraestructuras y la multiplicación de servicios.
La llegada, en el año 95 de la derecha al poder, supuso ( en mi opinión) un importante "impulso" cuantitativo a la administración, pero por su nivel superior. El número de técnicos se multiplicó, se creó la figura de los asesores, etc. Pero un hecho fue relevante: la administración municipal, dirigida hasta esa etapa por la carismática figura de Vicente Boix ( artífice de la definitiva adaptación de la administración local a los tiempos, con un escrupuloso respeto a la ley) fue, y voy a decirlo sin tapujos, subvertida: se puso a disposición de los intereses del partido gobernante.
No voy a extenderme en el cómo, pero los resultados están ahí ( creación de élites internas definidas por nuevos estatus económicos de dudosa legalidad, incremento exponencial de los servicios extraordinarios en detrimento del empleo público directo o indirecto, obras, convenios y acuerdos que a día de hoy todavía se está pendiente de conocer el impacto que las "indemnizaciones" tendrán para las arcas municipales, etc).
El principal reto con el que, sobre el papel, se iba a encontrar la nueva corporación era reajustar la administración a los nuevos y más exigentes tiempos. Desmontar el entramado burocrático-político, normalizar y adecuar la administración a las exigencias de mayor transparencia y democracia, en definitiva, acercar la administración a una ciudadanía cuya visión de la misma era meramente recaudatoria. Pero el balance, pese al optimismo del Alcalde actual, es poco esperanzador. Cuanto éste habla de "cambio de dinámicas" la pregunta que se suscita inmediatamente es: ¿a qué dinámicas se refiere y cuales han sido los cambios?. Las élites siguen existiendo, el sentimiento de la ciudadanía sigue siendo esa visión de mero instrumento recaudatorio, una parte de los fondos que pudieran emplearse en crear bienestar siguen empleándose en servicios que, más allá de lo extraordinario son estructurales, etc. Entonces, ¿a qué tipo de dinámicas se refiere el Sr. Alcalde?.
Demasiados "tics" se siguen repitiendo como para vender una agenda claramente continuista, donde la capacidad de adaptación ( a la que también se refiere el Sr. Alcalde) de los cargos políticos ha sido en la línea de una "institucionalización" que les ha separado de aquellos elevados objetivos que dijeron defender en la campaña previa a las elecciones de mayo de 2015 y que la ciudadanía apoyó en espera de un cambio que no ha llegado.

viernes, 14 de julio de 2017

¿Y, EN 2019 QUÉ?

Las manifestaciones realizadas por el Sr. Alcalde de El Campello sobre el alto nivel de acuerdo en el gobierno plural es una buena noticia. La cuestión es, no ya el nivel de acuerdo, sino en qué se está de acuerdo, algo que, al menos la ciudadanía no tiene del todo claro. Pero la cuestión que me gustaría abordar no es el contenido, sino el continente.
El marco conceptual, en nuestra democracia, lo establece la Constitución del 78, que en su artículo 6 expresa que "los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular, y son instrumento fundamental para la participación política".Puede parecer una obviedad, pero no lo es tanto: en una comunidad organizada, se dan diversidades ideológicas, de intereses y valores, diversidad que, en nuestro marco institucional basado en la soberanía popular y la libre competencia electoral se expresa y refleja en las personas que representan a la sociedad. De nuevo, parece obvio que son los partidos políticos los que transforman el pluralismo social en pluralismo político, y los que, en su condición de mediadores entre la sociedad civil y el Estado, tienen la obligación de expresar el pluralismo político en las instituciones. De ahí que, congratulándome del nivel de acuerdo, me preocupa ese relato sobre una "superación" de la acción de los partidos como hecho relevante que da, respecto a otros gobiernos plurales, un carácter diferenciador.
No se puede practicar la comparación con otros gobierno de coalición o plurales ya que en éstos gobiernos, la lógica electoral primó sobre el interés partidario, algo que no ocurrió en el caso de El Campello dada la unidad de acción anti PSOE que privó a la segunda opción electoral del protagonismo que la ciudadanía expresó en las urnas ( escaso el margen, pero existente).
El intento , a través de poner en valor el nivel de consenso, de "anular" a los partidos participantes tiene, en mi opinión, su origen en un claro intento de hegemonizar la imagen del actual gobierno por parte de la cuarta fuerza política en las elecciones de mayo de 2015.
Dentro de aproximadamente dos años, los diferentes partidos tendrán que presentarse ante la ciudadanía para ser evaluados en el cumplimiento de sus compromisos. Evidentemente, la estabilidad es un elemento a poner de relieve pero, ¿ y los compromisos que los partidos plantearon en la campaña electoral?.
El actual escenario municipal, en cuanto al gobierno se refiere presenta unos rasgos que deben ser analizados en el contexto de un gobierno en minoría donde dos partidos presentan una confluencia expresa: Compromís y Podemos ( en el caso del El Campello PDC). Demócrates ha quedado invalidado como opción política jugando, en todo caso, un mero papel individual de sustento del actual gobierno. Por otro lado está la formación que fue soporte de la investidura y que fue excluida del gobierno municipal ( EUPV) la cual, pese a que en el ámbito autonómico y estatal, forma parte de una confluencia de partidos, en el local no parece que vaya a ser así. Por último, el caso del PSPV-PSOE, que pese a quedar excluido, siendo la segunda fuerza electoral, del protagonismo que la ciudadanía expresó en las urnas, apoyó durante más de un año al gobierno en minoría, demostrando un claro compromiso, más allá de intereses partidistas, con el proceso de cambio. Su decisión de participar activamente en el gobierno demuestra, no solo ese compromiso, sino un paso más allá para con la estabilidad del gobierno. No obstante, este hecho incuestionable que pone de relieve, como decía, el compromiso con el cambio, no fue suficientemente explicado, máxime si consideramos que no se produjo un retorno al acuerdo original de Esquerra Unida, lo que habría tenido sentido al recuperar la mayoría institucional.
La dificultad en la que se encuentra el PSPV-PSOE es dilucidar si, además de la estabilidad, tiene algo más que decir como organización política que ha gobernado éste municipio con mayoría absoluta y que sigue siendo una opción relevante para una parte de la ciudadanía. La pregunta sería, ¿quiere seguir siéndolo?. Si la "institucionalización" (nueva institucionalización con repetición de tics y actitudes) no se ve compensada con una clara apuesta por sacar adelante el programa electoral, con lealtad al consenso pero sin renuncia a las propuestas propias, y un esfuerzo porque su aportación se visualice, el PSPV-PSOE tendrá un complicado futuro: o ser muleta o ser protagonista activo.

domingo, 2 de julio de 2017

DECISION POLÍTICA

   Una decisión política va a costar a las arcas municipales 1,3 millones de euros. La decisión del gobierno del PP, defendida por su portavoz, se basó en informes técnicos, decisión que ahora los tribunales han fallado, condenando al Ayuntamiento, o lo que es lo mismo, a todos y todas los y las campelleros y campelleras, a destinar más de un millón de euros a indemnizar a una empresa que supuestamente tenía que ceder el parque central como compensación por la urbanización de la UA13.
   Esa cuestión pone de relieve la preponderancia en la toma de decisiones, de los diferentes departamentos técnicos. Y esa preponderancia es la que, en éste ( y en otro casos que vendrán, como es el asunto del parking de la Avda Els Furs) va a costar un dinero que podría destinarse a otras políticas. La cuestión es que, como no puede ni debe ser de otra manera, la actividad política está sujeta al cumplimiento de la ley, y ahí es donde los diferentes departamentos técnicos tienen su cometido principal. No obstante hay una cuestión que debería provocar una reflexión: los técnicos son personas con un bagaje cultural pero también ideológico, que pueden estar tentados de, en vez de realizar una labor puramente técnica, abstrayéndose de orientar ideológicamente su criterio, exponerla en los informes ya sea de forma tácita o explícita. Y ahí es donde entra la política.
   El hecho no es una cuestión menor y debe suponer un análisis por parte de los representantes públicos sobre la definición y el carácter de la administración, no como fín en si  misma, sino como medio para mejorar ( no gestionar solo) la vida de la ciudadanía.
   El proceso de transformación que la administración pública sufrió a lo largo del siglo 20 estuvo marcada por la burocratización como proceso racional de superar la discrecionalidad de una administración antigua y poco profesionalizada. Pero la administración pública de corte tradicional burocrática se ha alejado de su principal función en una sociedad cada vez más exigente, principalmente con los representantes públicos. Por lo tanto, es necesario revisar la tecnocratización de la administración que condiciona, no solo legalmente sino políticamente la toma de decisiones e iniciar una transformación donde las personas dejen de ser meros contribuyentes y avancen en ciudadanía: la administración tradicional consiguió superar la discrecionalidad de una administración antigua más preocupada por contentar a determinados sectores en función de su estatus económico, logrando una indiscreccionalidad donde era indiferente la procedencia de las personas pues todas estaban sujetas al mismo proceso administrativo ( basado en la ley). Pero el "no conocer el nombre" de las personas fue positivo, pero hoy es una demanda de la ciudadanía: que la administración me atienda sabiendo quien soy, que quiero y que necesito. Y en esta nueva situación, la democratización de la administración, facilitando el acceso a colectivos y nuevos actores en la toma de decisiones debe ir acompañada de una pluralidad de opciones no definidas por una sola decisión técnica: la adecuación de esa ecuación debería ser, principalmente basada en el problema y las soluciones consensuadas entre agentes sociales, representantes públicos y, como es el caso, entidades privadas ( ¿porqué no se negoció con la empresa urbanizadora para resolver las deficiencias y se atendió únicamente a un informe técnico?)
   Quizá esas "dinámicas" que el Sr. Alcalde dice haber cambiado, no han variado tanto, siendo las mismas instituidas bajo el mandato del partido popular: clientelismo basado en prebendas económicas. Quizá no han cambiado tanto y se precisa un estudio de mayor profundidad y contenido que realmente analice cómo es la administración y hacia donde quiere ir. Quizá éste esfuerzo, que aunque políticamente no es un argumento inmediato para pedir el voto, sea un acto de responsabilidad necesario que a medio y largo plazo evitará que se produzcan situaciones como ésta.
   Por último, simplemente plantear la necesidad de iniciar un proceso de investigación siguiendo el procedimiento administrativo: abrir un expediente para dilucidar quién y qué responsabilidad recae sobre políticos y técnicos. Pagar es una obligación establecida por un tribunal, pero la responsabilidad de saber porqué se tomó y quién la incentivó es algo sobre lo que no puede pasarse sin más.

TOTUM REVOLUTUM

         Según el Alcalde de El Campello ( Compromís, cuarta formación política en las elecciones municipales de mayo de 2015), uno de los valores del gobierno municipal es que "  hemos sabido dejar a un lado las acciones partidistas por tener una visión común en la que todos los partidos estamos de acuerdo en un 90%." Estas manifestaciones pueden ser leídas en función de diferentes variables, pero no debemos olvidar que una de ellas, independiente de la voluntad del Sr. Alcalde es, que nuestro sistema democrático tiene su fundamento en los partidos políticos, y éstos, dentro de poco más de dos años tendrán que volver a ponerse ante los votantes para ser evaluados.

         Evidentemente, lo que supongo que el Sr. Alcalde desea resaltar es ese alto porcentaje de acuerdo, aunque ante esto, una cuestión de orden: ¿acuerdo, sobre qué?. No es una pregunta capciosa, lo aseguro. Únicamente tiene una intención explicativa: cuales son las políticas sobre las que se está de acuerdo, cual es el contenido de esa agenda que resume ese alto nivel de consenso.

         La cuestión es que, como decía, en  2019 los diferentes partidos tendrán que ser evaluados por la ciudadanía y, evidentemente, el presunto relato de unidad perderá consistencia, pues la lógica electoral indica que, a excepción de Compromís y Podemos ( o su marca electoral en El Campello: PDC) que aparentemente concurrirán en coalición, y del extinto Democrates-Els Verds, que han desaparido como tal, al pasar su único concejal al grupo de no adscritos, tanto el PSPV-PSOE como EUPV se presentarán de forma autónoma. Respecto a EUPV podrían existir ciertas dudas en el ámbito local, aunque no en el autonómico. En el local, las relaciones se rompieron al salir ( o ser expulsado más bien) del acuerdo que propició la investidura, y no se observan indicios de que pueda recuperarse la participación de Esquerra Unida en el gobierno ( participación que el Sr. Alcalde cierra al afirmar que: " decir que el equipo de gobierno nunca ha cerrado las puertas a Esquerra Unida. Ya no para entrar a formar parte del equipo de gobierno sino para temas puntuales.). Respecto al PSPV-PSOE, y poniendo en valor su participación en el gobierno en minoría, apuntar que la dificultad que se tendrá para presentarse como un elemento relevante en el gobierno es, hoy por hoy, de difícil visualización dada la hegemonía construida en torno a la figura del primer regidor de Compromis. Y ésta cuestión debiera ser un motivo de preocupación, no dentro de dos años, sino desde ayer.
         No debemos olvidar que el PSPV-PSOE gobernó El Campello hasta 1995, comicios en los que se inició un declive que les ha llevado a ser la segunda fuerza política exequo con Ciudadanos y Compromís ( dos puntos arriba o abajo pero con el mismo número de representantes) .
         En 1991 el PSPV-PSOE obtuvo el apoyo de un 45,35% de electorado; en 1995, y en 2015 solo el 14,59%:  un descenso de más del 30%. Evidentemente, los datos fríos no recogen la crisis que el PSPV-PSOE sufrió en 2011 con la escisión encabezada por su anterior secretaria general, que más tarde acabó gobernando en coalición con el PP. Igualmente se deben comparar los datos con la disminución exponencial de apoyo que el PSOE ha ido sufriendo desde prácticamente el mismo período, e igualmente, es necesario contar con las variables que definen un radical cambio de la sociedad respecto a la política.
         El voto socialdemócrata ha envejecido, y el partido, a nivel general no ha tenido la capacidad de reacción exigible para adecuarse a los cambios sociales. La generación de ciudadanos que David de Miguel define como la generación "reformista" es una generación cansada, y las nuevas generaciones ( definidos por éste autor como "ciudadanos nuevos": generación del euro, de la globalización, de las redes sociales...) no confían en un partido que nada les aporta.
         Por todo ello, y por la falta de una visualización clara, tanto del trabajo, como de las aportaciones políticas en cumplimento, tanto de los acuerdos de gobierno como de los recogidos en el programa electoral son una prioridad a resolver.
         Personalmente, considero que el "relato" sobre la unidad; sobre el altísimo nivel de acuerdo, no beneficia más que al emisor del mensaje cuyo objetivo, más allá de consolidar un programa de gobierno pretende consolidar un estatus obtenido de forma sorpresiva.
        Evidentemente, la visualización no supone una ruptura ni una revisión de la participación en el gobierno municipal ( por otro lado necesaria), pero si la concreción de un papel de mayor relevancia en el escenario político, y ello requiere no solo la voluntad, sino un plan de comunicación eficaz, una apertura ( o reapertura) hacia la sociedad de los debates internos, y el equilibrio entre las obligaciones institucionales y las políticas. De lo contrario, la ya desdibujada imagen únicamente tendrá como solución la resignación a la marginalidad.

viernes, 12 de mayo de 2017

MORAL Y ÉTICA: UN CASO PRACTICO



El sentido común, ese conjunto de normas y costumbres que interiorizamos como "lo normal" o lo habitual, nos lleva a poner en un mismo plano la ética y a moral como algo sinónimo. Y, pese a la relación que existe, deberíamos no confundir los conceptos, tanto desde un punto de vista conceptual como epistemológico.
La ética es una rama de la filosofía que estudia, sistematizando, los conceptos del bien y el mal y otros relacionados. Definir, de forma racional qué constituye un acto virtuoso independientemente de la cultura en el que se produzca. La ética es prescriptiva con respecto a los patrones de conducta que deben seguir las personas.
La ética tiene mucho que ver con la Grecia de Platón y Aristóteles, los estoicos y los epicúros, pero la concepción que ha llegado a nuestros días tiene más de Descartes, Hume o Kant.
La moral tiene más que ver con la funcionalidad de una sociedad, donde las normas, su conformidad de forma tácita o explícita. La moral surgió como una consecuencia natural de la organización de los seres humanos en grupos. Al complejizarse las sociedades, las normas de interacción que las estructuraban se fueron transformando progresivamente en reglas morales y en leyes explícitas, especialmente con la aparición de la escritura. Las religiones ( en plural) han tenido una gran relevancia histórica en el establecimiento de los códigos morales: el catolicismo,con sus movimientos reformistas en el centro y norte de Europa, el judaismo o el Corán han establecido su propia escala moral como norma unificadora de conductas funcionales.
Pero volvamos a la diferencia entre ética y moral. La ética es normativa: intenta definir los comportamientos correctos y no sólo los aceptados por una sociedad dada. Y en ésta diferencia, encontramos un valor clave: comportamiento correcto. Moralmente, a nadie le "chirría" que un político tome una decisión si ésta tiene que ver con algo pre establecido de antemano; si es una continuación incremental de lo que se venía haciendo. Pero si la decisión contradice ese "sentido común", las alarmas "morales" saltan: palabras como injusto, arbitrario, etc, suenan como argumento contra esa decisión. Pongamos un ejemplo.
Moralmente puede ser aceptable que en la administración se realicen horas extras pero, ¿si éstas se realizan al día siguiente de haber despedido a unos trabajadores por "falta de carga de trabajo", es ética ésta decisión?.
Si. todo el preambulo venía a cuento de una decisión que, aunque moralmente explicable; aunque funcional para una parte, es éticamente cuestionable. Y surge una segunda cuestión: ¿es compatible este funcionamiento ético con un discurso casi "revolucionario"?. Son preguntas a las que yo, evidentemente solo puedo dar una respuesta, aunque seguramente otros darán su versión. Mi respuesta es NO. Rotundamente no.
Por lo tanto, moralmente, puede que lo práctico sea aceptar que esas horas extras se realicen, pues alguien lo tiene que hacer ya que son tareas necesarias, aunque éticamente sea reprobable. Y ahí se ubica mi conflicto personal: los intereses legítimos frente a la solidaridad; las necesidades inmediatas frente a lo justo, las horas extras frente al reparto del empleo.
No me considero moralmente ni mejor ni peor que otros, pero si creo que éticamente hay diferencias claras entre lo que considero como aceptable y lo inaceptable. Y en el caso planteado me parece inaceptable e injustificable pues pese a los argumentos que puedan usarse para explicarlo, unas siglas no son más que una carcasa si no están rellenas de principios.
Por último la enésima contradicción: ¿es ético defender o justificar la inacción ante una situación como la descrita, bajo el argumento de "no ir contra los trabajadores"?. Moralmente puede ser, pero difícilmente puede justificarse desde un punto de vista ético, pues los que se reclaman ( nos reclamamos) de izquierdas, creemos en unos valores y principios absoluta y radicalmente contrapuestos a una practica que, pese a que pueda ser considerada "normal", no lo es en absoluto. Pero claro, todo está en función de las prioridades, valores y principios que inspiren los actos privados y públicos de cada cual.



viernes, 24 de marzo de 2017

También se la suda.

Pese a lo tabernario de la expresión que encabeza esta opinión, no pretendo juzgar opiniones, sino opinar sobre juicios. Y es que en política estamos acostumbrados a que la ley se convierta en demasiadas ocasiones en una goma que, de tanto estirar y encoger se está quedando fláccida.
El Sr. Diputado Pablo Manuel Iglesias ha utilizado la susodicha frase para exponer con más o menos acierto discursivo, un hecho en el que sí tiene razón: al Sr. Presidente del gobierno, se la sudan los informes de los letrados de la cámara. Pero no solo eso, sino que se la refanfinflan los equilibrios parlamentarios y la nueva lógica del acuerdo impuesta por la ciudadanía a través de las urnas. Evidentemente, la legitimidad de origen para hacer o no determinadas cosas no puede vulnerar la legalidad, guste ésta o no. Cuando entramos en el juicio personal sobre un determinado apartado de la ley, o sobre una sentencia desfavorable o sobre las limitaciones que nos impone la legalidad vigente, estamos pisando un terreno que, marcado por la subjetividad, cuestiona al mismo estado de derecho. Y para modificar las leyes hay mecanismos democráticos.
Por otro lado estamos acostumbrados a que ética y estética sean solo palabras que no se concretan en actitudes. Para la cultura Helena ambos términos formaban parte de una misma cosa, eran indisociables. Para Aristóteles la concepción de la virtud vinculada a lo bueno y lo bello resumían la unidad de ambos términos. A su juicio, las personas virtuosas eran las que, conociendo las normas establecidas socialmente, no solo procura adecuar su actuación a éstas, sino que abraza ese modo de vivir porque además de bueno, lo encuentra bello. Y, ¿Qué tiene que ver la belleza?. No tendría que ser necesaria una aclaración, pero la haré: las formas, la coherencia con lo dicho o, en la sociedad de la emergencia democrática en la que vivimos, la virtud de cumplir con una serie de preceptos y compromisos de ejemplaridad.
 Desde la racionalidad instrumental, lo ético es simplemente lo que nos conviene para conseguir un fin determinado. Cuando se practica el subjetivismo ético, se está apelando a un interés en justificar algo, pero la contradicción se da cuando en algún momento, y de forma genérica, ese mismo algo se había criticado e incluso detestado de forma vehemente.
Como decía no quiero juzgar si el Concejal del Ayuntamiento de El Campello señalado como tránsfuga por un informe de la Secretaría municipal lo es o no. Seguramente el letrado municipal habrá analizado la situación, la información aportada y habrá basado sus conclusiones en conceptos legales. Lo que me llama poderosamente la atención es que, existiendo éste informe, se minusvalore de forma subjetiva por el Alcalde, aplicando aquí esa subjetividad ética en función, no de lo que pueda decir la ley, sino de su opinión y su necesidad institucional. Y aquí, se ha situado al altísimo nivel del Sr. Presidente del Gobierno, que pese a la hipotética distancia ideológica que les pueda separar, les une una actitud.
Ya que el Sr. Diputado Pablo Manuel Iglesias ha sacado de la calle y ha llevado el lenguaje coloquial al discurso parlamentario (cuestión que tampoco valoro ni juzgo), creo que debemos adaptarla a la política local a través de una palabra que no tiene traducción clara: menfotisme.
Y ese “menfotismo” es el que se aplica cuando en un informe un funcionario municipal dice una cosa pero se hace otra; y llegados al colmo del “menfotisme” , cuando incluso un funcionario municipal dice una cosa pero él mismo hace otra con la aquiescencia de quien tiene la responsabilidad de aplicar la ley, o al menos velar por su cumplimiento, como en el caso que nos ocupa, más como excusa que como argumento.

Y termino con una pregunta: ¿Puede un ciudadano normal, un vecino cualquier cuestionar abiertamente la ley, y no solo eso,  sin que esto tenga consecuencias?