martes, 29 de abril de 2014

¿A QUIÉN REPRESENTAN?

Es una evidencia constatada la brecha que existe entre la ciudadanía y los representantes políticos en las instituciones. Y es un hecho que, pese a los discursos y gestos de esos mismos representantes, pocas o ninguna iniciativa se desarrollan para intentar, como mínimo, acortarla.

Las elecciones primarias abiertas son un paso, pero no suficiente. No basta con el argumento de que la puesta en marcha de las elecciones primarias abiertas es un "hito" en la historia de la democracia española. En coherencia con la responsabilidad que esos mismos representantes políticos asumen, el discurso tendría que resumirse en: "si, estamos intentando abrir la organización a la participación, pero además, nos comprometemos a...". La ausencia de compromisos desluce las iniciativas que, en definitiva y a falta de acompañamiento propositívo, quedan en meros discursos retóricos encuadrados en ese "juego" al que llaman político pero que en mi opinión es únicamente un juego en el "mercado" electoral.

Evidentemente, no toda la culpa la tienen los políticos. Una gran parte de la culpa la tenemos los y las ciudadanos y ciudadanas que legitimamos la ausencia de propuestas ( la lectura de los programas electorales nos puede indicar hasta que punto son inconcretos y, por consiguiente, irrealizables en su gran mayoría) dando nuestro voto a las organizaciones a las que luego criticamos agriamente como "más de lo mismo". El y la ciudadano y ciudadana no son(somos) conscientes de la relevancia de un sólo voto, que sumado a otros, pueden cambiar la realidad que sufrimos. Esto no quiere decir que el acto del voto sea el único recurso con el que cuenta la ciudadanía; las movilizaciones, protestas, recogidas de firmas, etc, son herramientas absolutamente válidas y necesarias en una sociedad que se precie de tener un atisbo de vida como tal. Pero en concreto, el voto, es el argumento al que se agarran como clavo ardiendo los que ven la única legitimación del sistema en el hecho electoral. Por lo tanto, este acto de responsabilidad ciudadana, junto al resto de herramientas de participación ( herramientas que, sin una transferencia al hecho electoral, poca repercusión tienen ante la actitud de unos representantes que se sienten imbuidos de una especie de iluminación celestio-institucional, sintiéndose diferentes y diferenciados del resto de la ciudadania) deberían suponer verdaderas armas en manos de una ciudadanía consciente y responsable ( adjetivos que tendríamos que analizar, pero desde la perspectiva de cómo y con qué objetivos se reproduce los poderes en todos los ámbitos y situaciones).

Creo que todos y todas los que tienen (tenemos) una visión más o menos crítica de la realidad, pero creemos que la forma efectiva de cambiar la realidad que sufrimos es a través de movilizaciones ciudadanas que tengan como culminación el voto responsable, debemos asumir la responsabilidad de empezar a dar pasos al frente, pese a quien pese, y enfrentarnos, de una forma pedagógica y adogmática a una sociedad que asocia, discurso político a ambiciones personales. Ese es el uno de los retos que tendríamos que asumir, pero para ello, debemos romper con una dinámica claramente endogámica, en la que nos autosatisfacemos con nuestros propios argumentos y en foros en los que nos sentimos reconfortados en el encuentro con personas que piensan y siente de forma parecida a nosotros y nosotras.

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