lunes, 14 de abril de 2014

LA CRISIS EN ANDALUCÍA.

Me quiero referir a la crisis del gobierno de coalición que dirige Andalucía y que se ha visto sacudida por una peligrosa alternación, fruto en mi opinión, por un lado, de la falta de una estrategia institucional por parte de IU y, por otro, por un exceso de "presidencialismo" en lo que toca a la Presidente Susana Díaz.

IU tiene un proyecto político claramente transformador de las instituciones, pero para ello precisa de una fuerza institucional que hoy no tiene, por lo que, dentro del marco de la "legalidad vigente" ( que puede o no gustar, podemos estar o no de acuerdo con ella, pero es la que hay hasta que pueda cambiarse) debe aplicar o al menos intentar aplica su propuestas políticas. Lo que pasó en Corrala Utopía fue, políticamente, una actuación absolutamente coherente con los planteamientos de Izquierda Unida, con una respuesta, también "coherente", aunque absolutamente desproporcionada desde la Presidencia de la Junta.

A la vista de la solución adoptada, fruto no solo del dialogo sino del intercambio de información, me podría aventurar a afirmar que, con toda seguridad el conflicto podría haberse evitado desde una comunicación más ágil y eficaz entre el entramado institucional y, por supuesto, en el entramado político. Pero también pone de manifiesto, no solo políticas diferentes o concepciones diferentes de la actividad política institucional: pone de manifiesto la existencia de posiciones que posiblemente busquen el enfrentamiento (como justificación de las decisiones) entre los dos "socios" del gobierno Andaluz.

En Izquierda Unida hay dos sectores: uno que defiende la acción política desde las instituciones y otro que defiende la "toma" de las instituciones para su transformación. Tanto el uno como el otro defienden practicamente lo mismo, pero con diferentes estrategias. Unos desconfian del PSOE, por una trayectoria claramente institucionalizada y presa de la burocracia partidaria e interesada. Otros, no solo desconfían del PSOE, sino que lo consideran "el enemigo". Unos y otros tienen razón, pero quizá considerar al PSOE en su conjunto como "el enemigo" no sea justo, pues gran parte de la militancia, no solo aplaude el acuerdo ( y no solo por mantener el poder, sino por la aplicación de políticas de izquierdas), sino que aplaude la unidad de la izquierda, desde la pluralidad, pero unidad.

En el PSOE, la militancia va por un camino y la  dirección por otro.La militancia quiere y desea un partido de izquierdas y considera ( en su gran mayoría) que el pacto con Izquierda Unida garantiza en parte que su partido haga políticas acordes con su compromiso político e ideológico. En cambio la dirección, sigue presa del virus endogámico que la ha ido separando de su propia base social y política; sigue centrado en la defensa de las élites creadas e impuestas a disciplinada y demasiado sumisa militancia. En el PSOE hay un amplio sector que estaría más cómodo gobernando con otra organización que con IU ( incluso con el pp).

Evidentemente el choque va más allá de la política; tiene un componente estratégico y, si me lo permiten, hasta romántico e idealista por una parte, y defensivo por la otra. No obstante creo que es necesario ir venciendo temores y recelos, pues el camino que se ha abierto en Andalucía puede ser la guía a otros en el resto del Estado y, porque no, en  el que devuelva la ilusión y la confianza  a los y las trabajadores y trabajadoras en las personas que ocupen La Moncloa en sustitución de la derecha que hoy nos oprime.

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